12/May/2024
Editoriales

Valoremos nuestra vida

 

 

Hace más de un mes tuve una pesadilla funesta; me desperté dándole gracias a Dios de que todo fuera un sueño y siguiera vivo.

Pero antes y después de esa ocasión, cuando me levanto, normalmente muy temprano, reviso el entorno, me subo a una banda de caminar y leo algún buen libro. 

Desayuno con singular alegría, aunque un par de horas después, olvido lo que almorcé.  

Luego veo las noticias, escribo lo del diario y, en automático entro de lleno al estudio del tema de la semana.

Pero hoy reflexioné acerca de que pocas veces me doy por enterado que estoy vivo. 

Casi todo lo hago por inercia o por instinto, sin valorar debidamente el milagro de la vida dando por hecho que lo merezco y que siempre estará a mi disposición.

Lo mismo sucede con la salud, que supongo tenerla como parte de un combo vital que me acompaña desde que nací.

Pensé que cuando a una persona la desahucian y milagrosamente sobrevive, todo le encanta, le parece maravilloso.  

Afortunadamente no es el caso, pero a estas alturas de mi existencia, me concienciaré de lo afortunado que soy al seguir vivo, y más en estos tiempos aciagos.

Se lo agradeceré a Dios y valoraré cada día como el milagro que es, disfrutando enteramente de mi salud, mi familia, mi paz.

Simplemente haré lo mismo que hago cuando me despierta azorado alguna pesadilla, pero sin la angustia de soñarla.