09/May/2024
Editoriales

Que viva la alegría

Estar alegre es el mejor estado del ser humano. Alegría viene del latín alacre, que se transformó en alegre, y de alácritas pasó a ser alegría. No es una cualidad humana, sino una característica de los animales superiores, la mejor manifestación de bienestar. Alegría es, por tanto, una actitud.

Estoy siempre alegre; esa es la manera de solucionar los problemas de la vida, decía el gran Charles Chaplin. Siempre estaremos a tiempo para iniciarnos en la práctica de la alegría. Ciertamente hoy sentimos angustia por la guerra de Ucrania, la pandemia de Covid, el crack de la economía, y la violencia sin freno. 

Ahora mismo caí en la perniciosa costumbre de enlistar nuestras penas, y pocas veces de las alegrías. Todos queremos ver realizados nuestros mejores sueños, las metas altas, pero no agradecemos lo bueno que tenemos, simplemente porque ya es nuestro. 

¿Cuántas veces nos alegramos por estar vivos? ¿Por tener buena salud? ¿Cuántas por contar con la bendición de una familia? ¿O por tener el lugar que ocupamos en la oficina, en la sociedad, o en el Club?

Buscando una alegría grande, olvidamos las “pequeñas” alegrías. No pelamos los regalos naturales, como las bellas pinturas que en el firmamento Dios hace por las mañanas, o los rojizos atardeceres en donde el sol se esconde maravillosamente unas horas detrás del Cerro de las Mitras, o las maravillas históricas que nos rodean. 

Así, tampoco nos alegramos cuando caminamos sin problemas de dolores en la espalda, ni al ver la entrada del invierno con la espectacular caída de hojas de los árboles, a lo mucho apreciamos la llegada de la primavera por el arrobo de sus colores.

Muchas veces los satisfactores en exceso no sólo no producen alegría sino que hacen daño, y más si en la molicie hay soledad. 

La Alegría es un dulce prehispánico fabricado con semillas de amaranto y miel que es tan sabroso que se utilizaba como moneda de cambio entre los tenochcas, hasta que Hernán Cortés lo prohibió porque se utilizaba en la ceremonias religiosas en las que ofrecían a los dioses esta delicia.

En el fondo a Cortés algo le faltaba para alegrarse, tal vez el reconocimiento a sus conquistas militares, o el remordimiento de lo que tuvo que hacer para dominar a los naturales de esta parte del mundo.

Decía Marco Aurelio que la alegría se encuentra en el fondo de todas las cosas, pero a cada uno le corresponde extraerla. Estoy de acuerdo con él, extraigamos alegría en todo lo que hagamos, porque sólo la alegría nos puede ayudar a vivir bien, como Dios manda.