20/May/2024
Editoriales

¡No querían que se construyera la Torre de Eiffel!

Dos años antes de que se inaugurara la Exposición de París en 1889, se lanzó una licitación pública para la construcción de un monumento que fuera el símbolo de tan espectacular evento industrial - científico – tecnológico. Eran muchos los requisitos para entrarle a la puja, y uno de los más importantes era que el proponente tenía que construir su proyecto con recursos de su peculio. Entre los concursantes estaba el prestigiado ingeniero civil Alexandre Gustave Eiffel quien inscribió la maqueta gigante de una Torre metálica que mediría 330 metros de altura y que proponía como símbolo de la Exposición, con el compromiso de construirla y financiarla él mismo. A partir de ese momento la noticia en los periódicos parisinos era esa torre que, efectivamente, ganó el concurso. Pero no estaba sencillo el triunfo, pues el ingenio de los franceses es grande y se habían inscrito muchos otros proyectos grandes. Entre ellos estaba la edificación de una falsa guillotina que mediría 305 metros de altura, y otros proyectos de esa talla. Eiffel era famoso por sus trabajos de hierro fundido, un novedoso material que él suponía ligero y resistente. Sus dos ayudantes, Maurice Koechlin y Emile Nougier fueron los encargados del diseño, supervisados por el propio Ingeniero Civil. Por cierto fue necesaria la participación de 50 ingenieros para generar los 3 mil 700 bocetos que requería semejante obra, pues cada parte de ella se forjaba en las fundiciones y era elevada por dos enormes grúas, unidas por un cable que corría sobre una polea. Cuando una de las grúas levantaba su carga, la otra descendía, para contrarrestar el peso. Eiffel pagó de su bolsillo la mayor parte de los 8 millones de francos que costó la construcción, y recuperó su inversión pocos años después de que el edificio fuera abierto al público. Al principio se cobraba dos francos por subir a la primera plataforma, un franco más para la segunda y dos más para la tercera. Dato interesante es que cuando hay vientos fuertes, la Torre de mueve 10 centímetros de un lado a otro en la cúspide. Otro es que durante su construcción, el grupo de escritores, artistas, y poetas, los llamados Intelectuales Franceses, publicaron un manifiesto denunciando que la torre sería “la deshonra de París, vertiginosamente ridícula, como la gigantesca y sombría chimenea de una fábrica”. Para no variar, esos intelectuales continuaron criticando la obra los primeros diez años de su vida útil (de la Torre), hasta que hubieron de reconocer –callándose- que la Torre de Eiffel ya se había convertido en el símbolo de París y que cientos de miles de personas visitaban la ciudad luz sólo para tomarse una gráfica con ella de fondo. Así se inauguraron las protestas ciudadanas contra las construcciones que modifiquen el perfil urbano.