Octubre 2 de 1968: sucede en la ciudad de México la matanza de Tlatelolco. Faltando diez días para que iniciara la Olimpíada “México 68”, estaban casi 50 mil estudiantes protestando por la falta de oportunidades y el desempleo, cuando se vio en el cielo una luz de bengala que era la señal de abrir fuego. Soldados del glorioso ejército nacional se mancharon las manos de sangre al obedecer una orden “inexistente” de un mando militar que abyectamente obedeció a sabiendas que se trataba de jóvenes mexicanos que protestaban por mejorar las condiciones sociales y económicas del país. El presidente Díaz Ordaz había advertido a los manifestantes que no permitiría que las protestas echaran a perder la olimpíada, pues México estaba necesitado de mejorar su imagen y recuperar la inversión hecha en estadios e instalaciones deportivas del primer nivel. Se dice que fueron casi 400 los estudiantes muertos, en la mayor masacre del México moderno, según escribió Javier Gómez en su artículo “Tlatelolco, matanza estudiantil en México 68”. Revela que se quemaron gran parte de los cadáveres y los heridos fueron trasladados al hospital militar en un intento de esconder las dimensiones del ataque. La escritora Elena Poniatowska salió a la palestra con su obra La Noche de Tlatelolco, que es un testimonial del horror generado por la masacre. Hoy, como todos los años subsecuentes, debería haber conforme a la tradición una marcha en las ciudades de México y Monterrey para conmemorar este genocidio. Aquí el Partido del Trabajo es quien ha organizado esa marcha por el centro de la ciudad con el grito: ¡Dos de octubre no se olvida!