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Ganar tiempo, jugada de Biden para evitar que demócratas lo destituyan como candidato: analistas de The NYT

Adam Nagourney y Jim Rutenberg

 

 

La resistencia del presidente Joe Biden a las presiones para poner fin a su intento de reelección parece ser una estrategia destinada a dejar que el tiempo se agote; una jugada para dejarle a su partido tan poco margen para presentar otro candidato que sus oponentes terminen por abandonar sus esfuerzos.

Cada día que Biden desafía las presiones para retirarse de la contienda, las perspectivas y la logística para sustituirlo se hacen más insostenibles y arriesgadas. Y la posibilidad de semanas de luchas internas en el Partido Demócrata, mientras un Partido Republicano unido nomina al expresidente Donald Trump, puede empezar a lucir peor que respaldar a Biden, independientemente de las preocupaciones sobre la salud del presidente de 81 años y su capacidad para derrotar a Trump.

“Es un lío”, dijo James Carville, un consultor que ha sido uno de muchos demócratas que presionan para que Biden se haga a un lado y despeje el camino para un nuevo candidato. “Supongamos que consigue lo que quiere. Todo el mundo se agota y dice: ‘Es demasiado problema’”.

Los esfuerzos de Biden por atrincherarse estaban comenzando a mostrar señales de éxito. El martes, algunos líderes demócratas del Congreso expresaron su apoyo al presidente y dijeron que era tiempo de seguir adelante. “La necesidad urgente en este momento es que los demócratas se mantengan unidos y se centren en el peligro de Trump y su agenda extremista”, dijo la representante de Colorado, Diana DeGette. “Si hacemos eso, ganaremos”.

El calendario favorece a Biden. En los próximos días, la atención se centrará en Trump, quien se espera que nombre a un compañero de fórmula antes de que su partido se reúna la próxima semana en Milwaukee para nominarlo para un segundo mandato. Biden estará algo alejado de la atención pública, centrado en su campaña tras bastidores para mantener a los demócratas nerviosos a raya.

Entre el 18 de julio, cuando Trump aceptará la nominación de su partido en Milwaukee, y el 22 de agosto, cuando Biden aceptará la nominación de su partido en Chicago, hay 35 días. Pero la campaña de Biden, en colaboración con el Comité Nacional Demócrata, parece dispuesta a comprimir el calendario aún más.

El partido está planeando una votación nominal virtual semanas antes de que la convención comience el 19 de agosto, una medida que parece destinada a dejar poca o ninguna duda sobre quién encabezará la candidatura demócrata en noviembre.

Nada de esto es vinculante; el partido establece las reglas, y el partido puede cambiarlas. Y Biden, a pesar de todo lo que ha dicho esta semana sobre seguir en la contienda, podría cambiar de opinión, sobre todo si otra serie de encuestas desalentadoras, u otra actuación como la que tuvo en su debate con Trump, sacude la confianza del partido y provoca más deserciones demócratas.

La actitud desafiante de Biden —quien se presenta como un opositor a las élites, incluso cuando las encuestas sugieren que la mayoría de los votantes creen que es demasiado mayor para postularse— podría ser un acto de autoconservación o una sofisticada maniobra política por parte del presidente y su equipo. Pero en cualquier caso, ha limitado las opciones y la flexibilidad del partido en caso de que se haga a un lado. (Es técnicamente posible, aunque políticamente inviable, que el Comité Nacional Demócrata vote para sustituirlo si no decide voluntariamente no buscar la reelección).

No existe un manual sobre lo que debe hacer un partido para sustituir a un presunto candidato una vez concluidas las primarias: cómo investigar y poner a prueba a los posibles sustitutos sin que los candidatos se sometan al examen de los votantes y a la formación de candidatos que conllevan las primarias. Las ideas que se están planteando requieren que en el partido haya un tipo de consenso que, con el apretado calendario, será cada vez más complicado obtener.

Por ejemplo, varios demócratas han pedido una serie de foros de candidatos en diferentes partes del país. Eso plantearía cuestiones delicadas que habría que resolver rápidamente: ¿Quién actuaría de moderador: un expresidente, como Barack Obama o Bill Clinton, dos nombres que se mencionan con frecuencia, o un periodista? ¿Quién estaría entre el público? ¿Y cómo elegiría el partido a los candidatos con derecho a subir al escenario?

Hay alternativas, aunque quizá no sean mucho menos complicadas. Por ejemplo, en lugar de una serie organizada de foros autorizados, los candidatos podrían utilizar el tiempo previo a la convención para viajar por el país, reunirse con las delegaciones estatales y solicitar apoyos. Pero eso también requiere mucho tiempo, es costoso y complicado, y daría ventaja al candidato que tenga dinero y gente que lo apoye. Incluso los políticos más destacados del partido podrían decidir que no vale la pena arriesgarse, prefiriendo esperar hasta 2028.

Un cambio tardío en la cúpula del partido podría beneficiar a una demócrata de la que se ha hablado como posible sucesora: la vicepresidenta de Biden, Kamala Harris. Ella es conocida y tiene la financiación y el apoyo institucional que le permitirían convertirse en candidata más fácilmente que cualquiera de los otros posibles sucesores.

 “Existe el convencimiento de que el presidente Biden será el candidato”, dijo el representante Ro Khanna, demócrata por California. “Pero en el caso de que surjan circunstancias imprevistas y Biden no pueda presentarse, será Kamala Harris”.

La vicepresidenta Kamala Harris tiene a su favor el hecho de que la gente la conoce, además de la financiación y el apoyo institucional, con lo que podría sustituir a Biden más fácilmente que cualquier otro posible sucesor.Credit...Erin Schaff/The New York Times

Sin embargo, mientras los demócratas deambulan por un mundo sin buenas opciones, algunos sostienen que Harris no es la alternativa ideal. Esta opción provocaría un cortocircuito en el tipo de proceso competitivo que permitiría al partido aprobar a un candidato y así minimizar la posibilidad de luchas dentro del partido y la apariencia de que los jefes del partido eligen a un candidato.

La programación de la votación nominal virtual es un claro ejemplo de cómo el partido se está moviendo para aumentar la percepción de la inevitabilidad de Biden.

Los demócratas planearon inicialmente realizar la votación antes porque una ley de Ohio exigía que los candidatos del partido estuvieran formalizados antes del 7 de agosto, o perderían su puesto en la papeleta electoral del estado.

Sin embargo, las autoridades de Ohio aprobaron una medida temporal que retrasa la fecha límite para adaptarse al calendario de la convención demócrata de este año. Aun así, el Comité Nacional Demócrata, bajo el firme control de Biden, dice que mantendrá sus planes para una votación nominal temprana, para protegerse de cualquier maniobra de los republicanos de Ohio para mantener al candidato presidencial demócrata fuera de la votación de noviembre.

“No vamos a jugar con esta gente”, dijo Donna Brazile, expresidenta del partido y que ahora está en el comité de reglas del partido.

Pero eso deja menos tiempo al partido para buscar un sustituto en caso de que Biden renuncie. “Deberían posponerlo”, dijo Jeff Weaver, asesor de mucho tiempo del senador Bernie Sanders y quien está a favor de hacer unas “miniprimarias”.

Entre los demócratas se conjetura si se trata de una gran estrategia de Biden y sus ayudantes, quienes, cabe señalar, han estado en la política demócrata el tiempo suficiente como para conocer a fondo las reglas de la convención y sus complejidades.

Esta táctica ha provocado cierta reacción pública. “Biden está dejando que el tiempo se agote”, escribió Mehdi Hasan, expresentador de MSNBC, en una publicación en X. “Eso es egoísta, es imprudente, pero sobre todo, es transparente”.

También podría estar funcionando. “Hay un consenso emergente en el Partido Demócrata de que Biden será el candidato y tenemos que centrar nuestra atención en presentar argumentos contra Donald Trump y en el 2025″, dijo Khanna.

Incluso Carville, uno de los primeros demócratas en pedir que Biden no busque la reelección, parece resignado. “¿Sabes lo mal que nos va a ir en Chicago?”, dijo, refiriéndose a la convención que le espera a su partido el mes que viene. “Va a ser como un velorio de cuatro días”.

Adam Nagourney es reportero de política nacional para el Times y cubre la campaña de 2024. Más de Adam Nagourney

Jim Rutenberg es redactor del Times y del New York Times Magazine y escribe sobre medios de comunicación y política. Más de Jim Rutenberg