09/May/2024
Editoriales

¿Cuál es la verdadera historia?

La historia es la historia del hombre; inicia cuando comienza a razonar y a relacionar lo sucedido antes con la actualidad. Descartes es, en mi opinión, además del padre de la filosofía moderna, el primer historiador moderno cuando se instala en la idea de que el hombre puede pensar, y pensar acerca de su propio pensamiento. Después su paisano francés Voltaire afirma que “Los hechos y las fechas son el esqueleto de la historia; las costumbres, las ideas y los intereses son la carne y la vida de la misma”. Descartes define el papel del hombre que escribe la historia y Voltaire dice que los hechos y fechas son el sustento de la historia, entonces el historiador tiene la obligación de saber lo que está describiendo a la hora de redactar la historia con datos duros, so pena de ser sólo un escribidor inconsciente o un constructor de novelas. 

Es lugar común decir que la historia la escriben los vencedores, pero olvidan decir que siempre hay quien postula tesis diversas o que “tiene otros datos” de los mismos hechos históricos. Es decir que cuando Einstein estableció su Teoría de la Relatividad el mundo le aclamó, pero luego fue criticado porque su teoría sirvió para la elaboración de la Bomba Atómica que mató en Hiroshima y Nagasaki a 200 mil nipones. Los hechos importantes y las guerras tienen siempre dos versiones diferentes, la que escriben los vencedores –ciertamente la más conocida- y la historia de los vencidos. No resisto las ganas de referirme a Galeano quien dice con su genial sarcasmo que hay muchos comensales creyendo que a las langostas les encanta ser fritas vivas en mantequilla. Si alguna de ellas sobreviviera y pudiese historiar (esto lo digo yo), historiaría el brutal martirio al que son sometidas tan sólo para que el chef del restaurante pueda cobrar más por su “exquisita frescura en la materia prima del platillo”. La historia debe escribirse y leerse desde varios ángulos, para saber lo que pasaba con el pueblo – pueblo, mientras los héroes luchaban para pasar a la historia. Hasta el siglo XVIII la historia era la de las élites, pero en el XIX los historiadores ingleses comienzan a escribir la historia de toda la comunidad nacional y de ahí se extendió ese estilo por el mundo. Pocos historiadores hablan de las historias de los nuevoleoneses comunes que padecieron el dramático decimonono con tantas guerras. La mayoría habla de Zaragoza, de Vidaurri, de Aramberri, y de ahí en adelante, todos los demás no eran relevantes para ellos. Lo mismo sucede en todas las naciones; Samuel Morison, historiador de Harvard, que presidió la American Historical Association en 1950, dijo en aquel momento que ya se debía ignorar la línea histórica marcada por Jefferson-Jackson-Roosevelt, demandando que se construya la historia de Estados Unidos pero desde un punto de vista conservador para guardar los equilibrios. Por tanto, no me atrevo a decir que la historia nos sirve para saber la verdad, pues casi siempre hay varias verdades y generalmente, encontradas entre sí. Pero la historia sirve para aprender de los errores cometidos, algo que suele llamarse experiencia, y es la mejor escuela que la vida nos puede regalar. Quienes somos aficionados a la historia, debemos reescribirla con los criterios y ejemplos de los muchos que no son grandes personajes.