10/May/2024
Editoriales

Siempre Napoleón Bonaparte

El gran Napoleón nació en 1769 en Ajaccio, Córcega. A sus tiernos 15 años de edad inició una extraordinaria carrera militar. Durante sus primicias, estudió a Voltaire, Rosseau y Mirabeu, interesándose por la geografía y las artes militares. Poco se sabe que Napoleón escribió tratados de balística, poemas y novelas. Por esa preparación y su natural inteligencia entendió la importancia histórica de la Revolución Francesa de 1789. Ya con todo ese bagaje le entró a los conflictos nacionalistas de su tierra Córcega yéndose a París para defender las ideas revolucionarias.

Reconquistó Tolón y le dieron el mando del ejército francés en Italia; obteniendo grandes victorias al grado de ser recibido en París como un héroe de guerra. Desde luego que esto le acarreó celos de la jerarquía francesa y para alejarlo de París, le enviaron a conquistar Egipto, buscando una intercepción de las líneas comerciales inglesas. Napoleón se aplicó ganando todas las batallas, hasta que el almirante Nelson destruyó su tropa. Triste hubo de regresar a su país, pero su popularidad en ese momento ya era grande, así que pronto fue nombrado comandante militar de París. Y su buen ejercicio en el arte de la política le permitió legar a ser primer cónsul, dictando la Constitución francesa del año VIII y luego firmó un concordato con el Vaticano. Sus triunfos en Marengo y Hohenlinden en el año 1800 le permitieron obtener ventajas territoriales para Francia y un periodo de paz con las otras potencias europeas.

Ese estatus de su nación le dio acceso al poder en 1802, año en el que Napoleón asumió todos los poderes del Estado, al ser nombrado cónsul vitalicio, y de nuevo peleó contra Gran Bretaña. En 1804 se coronó como emperador, organizando una lujosa corte imperial, y así pudo impulsar el Código Civil napoleónico, estimulando actividades financieras con la creación del Banco de Francia, convirtiéndose en mecenas y modelo de artistas franceses. Con su obsesiva guerra contra Gran Bretaña extendió las ideas de la Revolución, pero provocó seis alianzas contra su imperio entre Rusia, Suecia, Austria, Gran Bretaña y Nápoles. Pese a ello, sus victorias en Ulm, Austerlitz y Wagram, le permitieron avanzar, a pesar de sus derrotas en Trafalgar y Leipzig, pero fue parado en seco por Rusia y España, por lo que abandonó todas sus ocupaciones europeas concentrándose sólo en Francia. Sin embargo, las potencias aliadas continuaron atacándolo y lo hicieron abdicar deportándolo a la Isla de Elba. Pero cuando vino la restauración borbónica en Francia, Napoleón regresó a París, despertando gran entusiasmo popular.

Así redactó la Constitución del año XII y pronto reorganizó al ejército, enderezando su fuerza contra Inglaterra que dirigía Wellington, pero éste, apoyado por los prusianos, le propinó la derrota definitiva en Waterloo en el año 1815. El gran Napoleón hubo de abdicar por segunda vez, dejando en el poder a su hijo, siendo deportado a la isla de Santa Elena, en donde murió el 5 de mayo de 1821, a los 52 años de edad. Es probable que la causa de su muerte haya sido el envenenamiento según se descubrió mucho tiempo después, y pese a que sus deseos escritos habían sido que se le enterrara a orillas del Sena, sus restos quedaron en Santa Elena, hasta que en 1840 Felipe I llevó sus restos a París, colocándolos en un imponente sepulcro en la Basílica de los Inválidos. Por grande que haya sido Napoleón, y enormes conquistas con sus talentos militares y políticos, era finalmente humano y como todos, murió, sin embargo, su recuerdo sigue generando obras de arte y novelas que lo idealizan.