12/May/2024
Editoriales

A los políticos saltimbanquis

Qué tiempos aquellos cuando la militancia política era como el matrimonio; podrían ir bien o mal el partido o la sociedad conyugal, pero nadie pensaba en divorciarse o en cambiar de partido político. 

Ahora algunos novios, desde el momento en que se casan, están pensando en qué trámites se necesitan para divorciarse. Y hay políticos que apenas son candidatos electos representando a un partido, cuando ya están pensando en mudarse a otro.

¿Será que ahora la lealtad no existe? O que la lealtad ya no es con el consorte ni con un partido político, sino con valores como la felicidad -a cualquier precio- y con el poder -sin reparar en ideologías políticas-. Aunque tristemente la historia registra que en México siempre hemos tenido políticos saltimbanqui, así que no debemos mortificarnos con los actuales que terminarán siendo repudiados por el electorado. 

La democracia se basa en la existencia de partidos políticos que representan intereses sociales para convertirlos en planes de gobierno. Aunque no es requisito sine qua non que los partidos políticos postulen, -hay candidaturas independientes-, pero si llegan a gobernar les faltarán apoyos legislativos y de una clase política afín a sus principios.

En México, tras la independencia de 1821, en buena parte del Siglo XIX, los partidos políticos estuvieron prohibidos por lo que las logias masónicas y algunos grupos clandestinos ocuparon su lugar. Pero las candidaturas eran sólo para los caudillos y ello posibilitó que Antonio López de Santa Anna fuera –sin pena alguna- candidato de los liberales, de los conservadores y hasta de los monárquicos. Todo un saltimbanqui.

En los primeros treinta años del siglo XX nacieron partidos políticos formales con objetivos ideológicos -conservadores y liberales-, o personalizados -porfiristas, reyistas y los de Limantour-. Tras la revolución mexicana, nacieron los partidos: Comunista Mexicano, Liberal Constitucionalista, Laborista Mexicano, Nacional Agrarista y Nacional Cooperativista.

La muerte de Álvaro Obregón estimuló la creación desde el Gobierno, del Partido Nacional Revolucionario en 1929, que organizó a las masas populares en sus sectores obrero, campesino y popular (más el efímero militar) logrando una hegemonía política en 1946 ya con el nombre de PRI.

La ley electoral de 1918, permitía formar partidos con sólo 100 personas. Así se fundó el Partido Acción Nacional (PAN) en 1939; y Juan Andrew Almazán formó el Revolucionario de Unificación Nacional para las elecciones de 1940. Pero en 1942 la Ley Electoral ya exigía 30 mil miembros, que sólo pudieron reunir el PRI, el PAN y el Partido Fuerza Popular, organización de ultra derecha, también llamado Unión Nacional Sinarquista. Y en 1946 se registró el Partido Comunista.

En México hay siete partidos nacionales: PAN, PRI, PRD, PT, PVEM, MC y MORENA. Algunos políticos debieran saber que no es obligatorio militar en todos estos ellos; con uno es suficiente, y si no están conformes con ninguno, láncense de candidatos independientes.

En caso contrario, sí pueden llegar a gobernar, pero como Santa Anna, terminarán siendo para la historia nauseabundos saltimbanquis.