La guerra en Ucrania ha puesto de manifiesto la arraigada dependencia de la Unión Europea del petróleo ruso, una de las exportaciones más rentables de Moscú.

La UE es el principal comprador de petróleo a Rusia, adquiere diariamente unos 2,2 millones de barriles de crudo, junto con 1,2 millones de barriles de productos refinados.

Este consumo ha colocado al bloque en una posición extremadamente incómoda, ya que el Kremlin continúa con su agresión militar en Ucrania mientras se beneficia de los altos ingresos de la energía.

Desde que estalló el conflicto el 24 de febrero, los 27 Estados miembros han gastado más de 20.000 millones de euros en petróleo ruso, según una herramienta de seguimiento creada por el Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio (CREA), una organización de investigación independiente.

Un embargo en toda la UE parece inminente. Pero, ¿podrá el bloque desprenderse de su dependencia?