06/May/2024
Editoriales

La rivalidad entre Mickey Mantle y Roger Maris

El presidente de México es aficionado al béisbol. Muchos lo son, pero la diferencia es que él tiene el poder político y decidió invertir dinero grande en promocionar ese deporte, que en tiempos lejanos dio a Monterrey dos campeonatos mundiales infantiles. Recuerdo que nuestros ídolos eran los integrantes de aquel equipo de intrépidos chiquillos que le ganaron a los representantes de Estados Unidos, pues en ese país se jugaba -y aún se juega- el mejor béisbol. Sin embargo, ahora entiendo que mi afición beisbolera venía de la admiración por dos jugadores profesionales: Mickey Mantle y Roger Maris.

Desde luego que jamás los vi en persona, todo era por conducto de los rudimentarios medios de comunicación que había entonces, pero les daba celoso seguimiento diariamente; nadie debía saber antes alguna novedad acerca de estos jugadores. Y como ambas estrellas del béisbol jugaban con los Yankees, huelga decir que mi equipo favorito era ése. Del gran Mickey Mantle ya he escrito anteriormente, así que ahora hablaré de Roger Maris quien comenzó jugando con los Indios de Cleveland en las Ligas Menores. En 1957 debutó con un promedio de bateo de 3 por 5 en el primer juego, y en el segundo pegó su primer jonrón, definiendo el partido. Desde ese momento su nombre no dejó de escucharse entre la afición y para 1960 creció su popularidad porque fue adquirido por los Yankees. Para abrir boca, en su primer juego anotó dos jonrones, volviendo locos a los neoyorquinos.

Y ya para la siguiente temporada, la de 1961, competía con el gran Mickey Mantle por ser el mejor jonronero de la liga, lo que tensaba hasta a los propios aficionados de la Ciudad de Nueva York, pues empezaba un “pique” entrambos bateadores. Hasta que, en el camino de esforzarse por sacar la bola del campo, se dieron cuenta que podían superar al “insuperable” Babe Ruth (1895-1948) quien anotó nada menos que 60 jonrones en una sola temporada, sentando semejante récord histórico. Maris y Mantle dejaron de competir uno con el otro para competir contra Ruth que ya no vivía. El público neoyorquino estaba feliz ante el maduro cambio de actitud de los dos gigantes.

Sin embargo, Mickey sufrió una lesión y Roger aprovechó ese tiempo para igualar el récord de Ruth en el juego 159 de la temporada y en el último juego, bateó la pelota lejísimos, rompiendo el récord de Babe Ruth, que ya tenía 34 años de marca mundial. Por cierto, la marca de Maris duró 37 años después de establecida, pero el triunfo tiene un precio que Maris hubo de pagar, pues comenzó una corriente de opinión entre los aficionados norteamericanos que no aceptaba que hubiese alguien con más jonrones que El Babe, alegando que las temporadas de antes eran de 154 partidos y ahora son de 162, por lo que Ruth seguía siendo el número uno de la historia. De todas formas, los Yankees se coronaron campeones en esa temporada de 1961 y como cosa de brujería, el rendimiento de Maris bajó mucho, pues en la siguiente bateó “sólo” 33 jonrones, y en 1966 fue vendido a Cardenales, por lo que dos temporadas después, se retiró del deporte para dedicarse a dirigir una empresa distribuidora de cerveza.

A los 51 años de edad, Roger Maris –el beisbolista que rompió el récord de jonrones del Babe Ruth- murió de un cáncer linfático y fue sepultado en el Holy Cross Cementery, en Fargo, Dakota del Norte. Su tumba tiene una lápida en forma de diamante. Mientras su competidor, Mickey Mantle, quien tiene cualquier cantidad de anécdotas junto con su compañero Yogi Berra, murió a los 64 años de edad también de cáncer, pero en el hígado. La gran diferencia entre Maris y Mantle, según mi punto de vista es que Maris tiene el récord de jonrones, pero no ingresó al Salón de la Fama del Béisbol, mientras Mantle además de permanecer jugando siempre con los Yankees, impuso el récord de 18 cuadrangulares en series mundiales y sí entro al “Hall de la Fama”. A ver si la inversión que el gobierno actual de México está haciendo para impulsar el béisbol da frutos, y no queda sólo en satisfacción de una afición personal, pues no todo en nuestro país puede ser fútbol.