Hace una década, caminando con mis dos hijos varones por la adoquinada y peatonal calle San Biagio dei Libral, en Nápoles Italia, me sorprendió lo que vi. En una taberna, el futbolista argentino Maradona tiene un altar. No soy aficionado de los llamados “de hueso colorado” al fútbol soccer, me gusta ver algunos partidos cuando juegan Rayados, Tigres o la Selección mexicana, y punto. Pero eso que estaba ahí no me lo podía perder, así que entramos a tomar un café y ver de cerca el retrato del argentino encima de una repisa, un rizo de su cabello y un rótulo adorándolo, rodeado de imágenes religiosas y veladoras. Preguntamos por qué estaba allí y nos explicaron que ese futbolista le regresó en los años ochenta su dignidad a esa ciudad cuando vencía el equipo del Nápoli a las poderosas escuadras del norte de Italia, y ganaba la copa italiana. Sin preguntarle al señor que nos atendió, dijo que para ellos, Maradona era lo mejor que habían tenido en su ciudad y por tanto los argentinos eran bienvenidos siempre (nada dijo de los mexicanos).
Le pregunté del comportamiento del Pelusa y me respondió que sí, que sí era cierto que bebía, se drogaba y le encantaban las chicas italianas, pero todo se lo perdonaban cuando saltaba a la cancha vestido de azurri pues el fútbol es allá efectivamente, una religión. Sigo sin entender, pues para mí, los italianos son tipos bien inteligentes, y no imaginaba a los descendientes de Leonardo da Vinci, Galileo, Nicolás Maquiavelo, Ruffini, y tantos sabios que le dieron a la humanidad las bases de su cultura, adorando así a un futbolista.
El fútbol soccer existía antes de que en 1857 se fundara el primer equipo de fútbol en Inglaterra y en el mundo. El Sheffield, conocido como “Los antiguos” por razones obvias es el equipo que impusiera las reglas que hoy son internacionales, como el saque de esquina, el de banda, la prórroga, la muerte súbita y mejoró el largo de la portería, pues antes era una soga que unía los dos postes, usando por primera vez el larguero.
El críquet era el deporte que se jugaba en Gran Bretaña, pero sólo en verano, así que, para jugar en invierno, los ingleses inventaron el fútbol soccer moderno, y lo practicaban entre temporadas. Los partidos eran inocentes, solteros contra casados, profesionistas contra obreros etcétera, hasta que se fundaron otros equipos que decidieron ser profesionales y el Sheffield se quedó de amateur. Viendo así de simple la historia del fútbol, mucho menos me explico la pasión italiana por un juego que no es de ellos, pues si pudieron inventar su rica gastronomía, la torre de pisa, el coliseo romano, la ópera, y muchas otras cosas de avanzada, que su pasión – religión sea el fútbol soccer, al grado que no lo es ni en Inglaterra que lo inventaron, es demasiado para mi breve inteligencia. En fin, así somos los humanos, animales raros, muy raros.Hoy Maradona vive en México dirigiendo al equipo Dorados de Sinaloa. Esperemos que se comporte a la altura de su fama.