10/May/2024
Editoriales

La Cumbre de Líderes de América del Norte y la racha de López Obrador

La semana próxima se realizará en México la décima edición de La Cumbre de Líderes de América del Norte, reuniones trilaterales que iniciaron en Estados Unidos -en Waco, Texas- en 2005.

Al año siguiente se celebró otra en Cancún, luego en Montebello, Canadá, en Nueva Orleans, después en Guadalajara, Washington, Toluca, Casa Blanca , en CDMX, Washington y la de la siguiente semana se realizará en Ciudad de México.

Estas reuniones sirven para que haya una convivencia en tono informal entre los dirigentes de los tres países asociados comercialmente, para que se comenten en corto las prioridades comunes, y definan sus líneas de acción específicas.

Se entiende que los tres deben estar bien identificados entre sí, pues nadie hace negocio con alguien que le caiga mal o que represente algo contrario a sus intereses. 

Como ejemplo de los temas tratados, en la reunión anterior, celebrada en Washington, se acordó que México y Canadá regresarían las vacunas anti Covid 19 prestadas por Estados Unidos, para que sirvan ahora a los países de América Latina y El Caribe.

Estas reuniones trilaterales crecieron en importancia cuando empezaron a organizarse otras potencias mundiales que tienen, además de objetivos comerciales, fines políticos con implicaciones militares.

Sin embargo, esos otros grandes bloques lejanos se han construidos entre naciones con sistemas económicos y políticos similares, mientras que  en el ‘leitmotiv nuestro’ subyace sólo la vecindad geográfica. 

Son obvias las diferencias entre los tres mandatarios, sobre todo porque el nuestro, López Obrador, tiene una clara línea socialista, mientras Joe Biden representa al país insigne del capitalismo en el mundo, y Justin Trudeau a una monarquía perteneciente a la Commonwealth, con sistema político parlamentario.  

Hay tanta distancia entre ellos que, ante los problemas políticos crecientes que enfrenta el mexicano (Guacamaya Leaks, el libro Rey del Cash, marcha en pro del INE, derrotas legislativas y la elección de la presidenta de la SCJN), le suplicó al norteamericano que le ayudara aterrizando su avión Aire Force One en el aeropuerto Felipe Ángeles, un cuestionado proyecto de su administración, aclarando literalmente que se trataba de un asunto político, y antes de plantearlo formalmente, AMLO se asesoró con el embajador Ken Salazar, un funcionario de raíces familiares mexicanas, específicamente, neolonesas.  

Pero con la frialdad que acostumbran los gringos, la respuesta fue negativa, Biden declinó la invitación y su avión aterrizará en el viejo Aeropuerto.

El error fue hacerle la petición públicamente, pues ahora ni cómo justificar que uno (Trudeau) sí le haya hecho el favor, y el otro (Bush) no. 

Lo dicho, nuestro presidente de la República anda enrracháo…