18/May/2024
Editoriales

El Taj Mahal

Hoy día, a donde vaya uno de turista pareciera que está en su país: la gran mayoría de las manufacturas que se comercian son hechas en China o en La India. La novedad es que esto no es novedad, pues a mediados del siglo diecisiete sumando los productos de los talleres hindúes y chinos, eran más de la mitad de todas las manufacturas del mundo; ambas culturas estaban en su esplendor. 

  Un botón es muestra suficiente: el emperador musulmán Shah Jahan construyó el Taj Mahal entre 1631 y 1648 a orillas del río Yamuna, para que su mujer Mumtaz Mahal, la preferida entre todas sus mujeres, tuviera casa en la muerte. Ella había fallecido al dar a luz a su décimo cuarta hija. El viudo decía que el edificio es sagrado y que se parece a ella pues cambia igual que Mumatz cambiaba según la hora del día o de la noche. Se construyó por 20 mil obreros en casi 20 años. Fue edificado de mármol blanco, arena roja, jade, y turquesa, materiales que con unos mil elefantes se trajeron de tierras lejanas. 

 Todo esto se dice, o sea que es en gran medida una historia oral y que por lo mismo, no hay mucha documentación probatoria. 

 Sin embargo, entre los actuales hindúes hay quienes dicen que el Taj Mahal está hecho de aire, con una leve hermosura, y una blancura flotante. 

 

 Tal vez esta reciente versión venga a raíz de que en el año 2000, un mago famoso de la India lo desapareció durante dos minutos, dejando a miles de asistentes a su demostración, boquiabiertos. En la entrevista televisiva declaró que este acto consistió en desvanecer un momento al histórico edificio, y de allí se agarran las versiones que dicen: Sí lo desvaneció, pero el aire lo devolvió, pues el Tal Mahal es de aire y lo cuidan tanto Mumtaz Mahal, como el emperador Jahan. Qué bonita leyenda ¿no?