Editoriales

Puerto Rico, un ala que cayó al mar

 

 Puerto Rico fue embestido a finales de 2017 por dos felones huracanes. La bella isla que por cuatro siglos fue colonia española, en 1898, con el resultado de la guerra hispanoamericana se convirtió en un estado libre asociado de Estados Unidos. Exótico estatus con un solo diputado en Washington, sin derecho a voto, y está obligado a proporcionar “mano de obra” para las guerras que Estados Unidos tiene en el mundo.

Los jóvenes portorriqueños son carne de cañón del ejército norteamericano a cambio de que sus familias reciban subsidios para vivienda, servicios públicos, alimentos, y energéticos. El portorriqueño común es un ciudadano incompleto que le cuesta a Estados Unidos, pero sus hijos son parte de una reserva de soldados. Apenas en junio pasado votaron en un referendo el 97% a favor de ser un estado de Estados Unidos, contra el 1.5% que votó por la independencia.

Pero en el ínterin les cayó el chahuistle con los dos ciclones mencionados. Se dañaron las instalaciones indispensables para ser un estado viable. Y lo peor es que les tocó un presidente muy especial.

Donald Trump, a su manera de empresario despiadado, les dijo que la ayuda no iba a ser para siempre. Al tiempo que agredió a la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín porque esta mujer se atrevió a criticar la falta de apoyo federal.

Pero luego llegó otro fenómeno, ahora político, que es la indignación popular apoyada por los 5 millones de portorriqueños que viven en Estados Unidos que sí votan.

Trump finalmente en busca de su reelección- solicitó una autorización millonaria para apoyar a la isla.

Sin embargo, la gente está ofendida, tanto que ahora hablan español, su idioma materno, que lo escondían cuando querían quedar bien con Estados Unidos.

Si hoy se hiciera otro referendo, los resultados serían al revés, un porcentaje mayoritario votaría por la independencia.

Trump seguramente se ríe de esa posibilidad, pues está convencido de que Puerto Rico no tiene viabilidad económica y no podría independizarse pues los portorriqueños no producen lo que consumen.

El poeta – profeta cubano Silvio Rodríguez lo dice en su canción: “Puerto Rico es un ala que cayó al mar”. Y por mar debemos entender la vida fácil, pues pronto se acostumbraron los portorriqueños a que los mantengan y que ahora ya no son autosuficientes.