Fue hasta octubre 18 de 1929 cuando la ley canadiense reconoció que las mujeres son personas.
Dato increíble pero cierto. Desde luego que ellas lo sabían, y sus maridos, y sus hijos e hijas, pero nadie lo decía legal ni formalmente.
La definición legal de persona no incluía a las mujeres, había sentenciado la Suprema Corte de Justicia canadiense.
Pero resulta que Emily Murphy, Irene Parlby, Henrietta Edwards, Nellie Mc Clung y Louise Mc Kinney bebían todos los días, juntas y aparentemente en paz, una taza de té.
Pero no, ellas conspiraban y su conspiración ganó.
Les deben haber dado la bienvenida las demás personas, que eran sus maridos, sus hijas e hijos.
Historia narrada por Eduardo Galeano.