22/Nov/2024
Editoriales

Abril 25 de 1528: La antigua ciudad de Tenochtitlan recibe el nombre de Ciudad de México, de acuerdo a cédula real del rey Carlos V de España.

Abril 25 de 1528: La antigua ciudad de Tenochtitlan recibe el nombre de Ciudad de México, de acuerdo a cédula real del rey Carlos V de España. Tras la sanguinaria victoria del ejército español, los mandos locales intentaron edificar una ciudad capital desde la cual gobernar el imperio conquistado, y decidieron que estuviera en Coyoacán, toda vez que Tenochtitlan estaba guarnecida con acequias como si fueran muros.

Según cuenta fray Agustí­n de Vetancurt, finalmente se determina que en el mismo sitio de la ciudad destruida debí­a edificarse la nueva, así­ que se empezó un trazo tirando cordeles en orden tal, que todas las calles quedaron parejas, anchas de catorce varas y para la comunicación de bastimento quedaron acequias en cuatro cercada con otras tres que atraviesan de oriente a poniente la ciudad.

Los barrios y arrabales de ella quedaron para vivienda de los indios, con callejones angostos y huertecillos de camellones con acequias donde sembrar flores y plantar arboledas. Esta última y determinante decisión se tomó no con mucho gusto, pues construir en Coyoacán era bastante más sencillo, toda vez que tení­a tierra firme y seca, sin peligro de inundaciones y temblores, pero la cédula real decí­a claramente que la ciudad de México estarí­a en el mismo sitio que Tenochtitlan, por lo que se puso manos a la obra. Argumentos contundentes para construir en medio de esa laguna donde se desplantaba el corazón del imperio tenochca, fueron: que habí­a necesidad de que la antigua ciudad de los mexicas estuviera ocupada por españoles.

Y que apoyado en los escrito por Bernal Dí­az del Castillo – y otros soldados narradores- quien envió reportes a España describiendo a Tenochtitlan como una ciudad de fastos, llena de ornamentos, mercados, plazas y palacios, Su Majestad el rey Carlos V tomó esa decisión que era la ley. Lo que son las cosas, luego del paso de los siglos, terremotos, cambios polí­ticos y un crecimiento asombroso, ahora esa urbe regresa a llamarse igual: Ciudad de México, en vez del horrible nombre de Distrito Federal.