Editoriales

La actual falta de solidaridad

Qué difícil es movilizar a las personas en favor de una causa que no les incumba directamente. Cuentan de un campesino que junto con su mujer vivían tranquilos, hasta que recibieron cierto día un paquete por correo. No lo sabían, pero un ratón que habitaba en su casita los observaba con curiosidad. Cuando rompieron la envoltura del paquete, el ratón casi desmaya cuando ve lo que contenía: una ¡trampa ratonera! que les había enviado su hijo desde la ciudad. Así que el roedor, como era de esperarse, corrió espantado a pedir ayuda a sus amigos. 

A la primera que encontró fue a la gallina y le dijo a gritos: _ amiga ¡trajeron una trampa ratonera a la casa! ¡hay peligro! Ella le respondió tranquila: _qué pena, amigo Ratón, pero a mi eso no me perjudica en absoluto, seguiré buscando lombrices en la tierra.

Entonces el ratón corrió a donde estaba el cordero y le informó de la horrorosa ratonera nueva, pero el cordero respondió: _eso en nada me perjudica, tú debes tener cuidado con ella, yo no.

Encontró finalmente a la vaca y le informó lo sucedido, y esta le respondió: _si, es peligrosa, pero a mi no me puede hacer nada, discúlpame amigo ratón, pero no puedo ayudarte.   

Esa noche el ratón no podía dormir por la preocupación, y escuchó un ruido grande acompañado de un grito. La trampa ratonera había “atrapado” la cola de una víbora venenosa, y como la mujer del campesino fue a revisar lo que sucedía, estaba oscuro, y no vio cuando la mordió la serpiente.  

Ante el grito de su esposa despertó el campesino y se la llevó corriendo al hospital más cercano y regresó hasta el mediodía cargándola. Luego de inyectarle medicinas le dijeron que la alimentara con un caldo de gallina. Así que de inmediato fue y sacrificó a la gallina amiga del ratón. Pero ella estuvo muy grave varios días, y el domingo se llenó la casa de parientes y amigos que fueron a visitarla. Como no era algo planeado, el campesino tuvo que matar al cordero para darles de comer a todos.  Sin embargo, todo fue inútil, la mujer no sobrevivió al veneno inyectado por la víbora y murió. al verlo solo y triste, toda la gente que lo quería bien se hizo el propósito de ir a visitarlo diariamente para que no estuviera triste y algunos llegaban con bebida, otros con música haciendo de la casa un lugar de alegría. Muy agradecido con todos, el campesino les invitó a un gran banquete el domingo siguiente, así que mató a la vaca con la que preparó exquisitos bocados que les dio de comer durante casi toda la semana.   

Este cuento popular nos deja la lección de que cuando haya una trampa ratonera en casa todo mundo corre peligro, no sólo los ratones, quienes algunas veces son los únicos que sobreviven ante el peligro. Y el otro aprendizaje es que si una parte de la sociedad está en peligro, no debemos permanecer indiferentes sino solidarizarnos, pues además de que ayudarle es una obligación moral, si una parte de la sociedad sufre nadie está a salvo.