26/May/2024
Editoriales

Arte y Figura 28 04 23

Continuamos con Libro “Antonio Bienvenida, El Arte del Toreo”, por José Luis Rodríguez Peral

El tío Carlos

 

Cuando “Manolete” vino a México para alternar con Silverio, “Armillita” Garza y Procuna, todos los cronistas taurinos de la época cantaron las hazañas de tan grandes toreros, quienes llenaron las plazas de la capital, primero El Toreo, luego la México, y aquellas de los estados de la República, llevando el entusiasmo popular a un grado de exaltación que tal vez no ha sido alcanzado nunca antes ni después. Freyre publicó una caricatura en Excélsior, donde se veía a un señor con un letrero en su sombrero que decía: no me hable usted de “Manolete”.

 Entre los cronistas del tiempo hubo uno que imprimía a sus trabajos un tono diferente, más conceptuoso que puramente descriptivo, y que muy a menudo apenas si hacía referencia a lo sucedido en el ruedo, tomándolo solo como una anécdota que le permitía hablar de estética, historia o arquitectura.

 Escribió de toros durante 7 años tan solo, pues empezó en 1941 en el semanario La Nación con el seudónimo “El Quinto”, para luego pasar a El Universal, donde las crónicas de “EL Tío Carlos” pronto cobraron fama, al emplear expresiones como: “faena que olía a tierra mojada y cántaro de Guadalajara, a sombra de zaguán colonial, bajo la fina portada barroca”, para referirse a un triunfo de Procuna, o bien: “franciscana la figura, nervuda la mano, leve la roja pluma de la muleta, era la estampa de un fraile medieval trazando sobre las hojas duras de cuero una robusta historia de hazañas del espíritu”, cuando hablaba del éxito de “Manolete” la misma tarde.

 Al empezar el sexenio presidencial de Alemán, el talento periodístico de Don Carlos Septien fue requerido por la política. Acompañado a un prominente personaje del régimen, Ramos Millán, por el llamado el apóstol del maíz, sucumbe en un trágico accidente aéreo junto a la estrella del cine nacional Blanca Estela Pavón y otras muchas personalidades que formaban la comitiva de aquel protagonista. Hoy, una escuela de periodismo ostenta muy justamente su nombre, mientras muchos aficionados taurinos recuerdan sus crónicas barrocas y sorprendentes.

 

Continuará… Olé y hasta la próxima.