23/Apr/2024
Editoriales

Eiffel y la Mona del Arco

Hace unos días, un buen amigo me recomendó la película ‘Eiffel’. A la noche siguiente la vi, porque mi insominio crónico reapareció y llegado el momento de combatir la recurrencia de las ideas con una distracción, acostumbro cambiar de tema leyendo otras cosas o viendo una película.

Es una producción francesa que yo creí de corte biográfico, pues el ingeniero Gustave Eiffel es un codiciado personaje histórico debido a sus trascendentales obras, entre las que destacan su importante participación en la Estatua de la Libertad (en NY) que Francia obsequió a Estados Unidos, y en la increíble Torre Eiffel que transformó el rostro de la Ciudad Luz para la posteridad.

Sin embargo, la película se va más por el lado romántico que el histórico, pues la idea del director Martin Bourboulon y, desde luego de los guionistas, fue vender una historia de amor más que conocimientos de la bella Torre y de su autor. 

Es una buena cinta, pero mi inclinación por la historia exige más interés en los cómos y cuándos, al tratarse de una obra de lujo para la Ingeniería mundial.

Considerando la época (1889), se perdieron oportunidades de describir lo sucedido en el concurso para elegir el símbolo de la Exposición Universal de París en ese año.

Nada costaba alguna escena para comparar el proyecto de Eiffel frente a los demás, que eran todos espectaculares, para arrogarse la clasificación de novela histórica, pudiendo analizarse las posiciones de artistas e intelectuales que se oponían a ‘la obra inútil y monstruosa’.

Además, durante el proceso de construcción de la Torre se estrenaron las protestas vecinales en contra de los proyectos urbanos que ahora son pan de todos los días.     

Eiffel diseñó, financió y construyó la estructura de 320 metros de alto -la más alta del mundo en ese momento- que tenía 2 mil luces de gas, y pesaba 7 mil 112 toneladas.

El éxito del proyecto se dio desde que se inauguró la Exposición mencionada y hasta la fecha millones de visitantes tienen al menos una fotografía de recuerdo con su imagen de fondo.

Es curioso que la modernidad persiga siempre a la Torre de Eiffel para beneficiarla, pues en 1909 se había decidido derribarla, pero de última hora se consideró que era ideal para instalar una antena que necesitaba la nueva ciencia de la radiotelegrafía.  

En Monterrey tenemos una estructura alta, el Arco de la Independencia, ubicado en el cruce de las calles de Madero y Pino Suárez.

Este hermoso monumento construido de cantera rosa devenido a color café, es uno de los símbolos representativos de la ahora heroica Ciudad de Monterrey.