19/Apr/2024
Editoriales

Qué pasó en la Bombilla

El 17 de julio de 1928 el restaurante La Bombilla se incorporó de lleno a la historia nacional. Tenía un kiosko muy espacioso y en su centro colocaron las cuatro grandes mesas del banquete. Varios diputados de Guanajuato le ofrecían la comida al presidente electo Álvaro Obregón. El ambiente era festivo, y entre los meseros que iban y venían atendiendo a los comensales, se apareció un joven delgado, vestido decentemente con un flux café de tonos rojizos con un carnet en la diestra en el que parecía escribir. El único que lo vio con cierto recelo fue el diputado Topete, quien lo creyó periodista, pensando que se trataba de un representante de la prensa provinciana.

Había permanecido de pie junto a la mesa de la derecha. Parecía arrobado en su labor y ajeno a lo que pasara en torno suyo. Algunos comensales se dieron cuenta de que no escribía, sino que dibujaba caricaturas suyas.

Caminó lentamente hacia la mesa de honor y al llegar al extremo izquierdo, cerca de donde se encontraba el diputado Ricardo Topete, que conversaba con don Enrique Fernández Martínez, se le acercó para decirle que le había hecho dos caricaturas al general Obregón y una a Aarón Sáenz.  

Le preguntó a Topete qué le parecían, y le dijo que después le haría una a él.

Están bien, le dijo Topete sin darle importancia.

_Se las enseñaré al general Obregón a ver qué dice, murmuró el hombre, como pidiendo permiso para acercarse a la mesa principal.

Obregón, el caudillo revolucionario que ya había sido presidente y ahora se había reelecto pero que esperaba la fecha de su toma de protesta, estaba vuelto a la derecha atendiendo al licenciado Federico Medrano.

El hombre se interpuso entre los dos y mostró a Obregón las caricaturas, poniéndolas sobre la mesa.

Obregón, complaciente, accedió a verlas, volteando a ese lado para entregarse a la contemplación de los dibujos.

Eran las 14:20 horas.

En ese momento, cuando a nadie le preocupaba que estuviera cerca del presidente electo de México, el hombre dio un paso a la izquierda, quedando detrás de Sáenz, y violentamente sacó una pistola automática ”Star” calibre 35. Y estando de pie disparó a quemarropa sobre el general Obregón, que estaba de espaldas a él sentado.

Fueron cinco o seis disparos, -increíblemente el número no se había precisado a la hora de escribir este texto- y el general Obregón no tuvo tiempo de hacer nada ante la inesperada agresión. Cayó sobre la mesa, primero; después se desplomó hacia su costado izquierdo hacia donde estaba el neoleonés Aarón Sáenz y quedó muerto.

En un momento desaparecía del escenario político el caudillo de la revolución que había sido electo para retomar las riendas gubernamentales del México pos revolucionario.

El hombre de las caricaturas, Juan Toral, permanecía de pie, viendo cómo cambiaba la historia del país.

Después, nuestro paisano Aarón Sáenz intentó -sin éxito- obtener la candidatura presidencial representando al obregonismo. 

Fuente: “El asesinato del señor general Álvaro Obregón”, El Universal, primera sección, México, 18 de julio 1928, p.1, cols. 6-7, col. 1-7.