
Hasta hablar del marfil es un lujo; algunas piezas tienen un arte inigualable. El término Marfil viene del árabe al-malfil, derivado de azm al-fil, que es “el hueso del elefante”. Se aplica sólo a los colmillos del elefante y de esas enormes piezas dentales se extrae tan preciado material que, tallado, se emplea como ornamentación de mucha elegancia. Este uso ornamental viene desde el antiguo Egipto, y el Marfil siempre se ha utilizado, cuando se trata de pedazos pequeños, para taracear muebles de lujo, y fabricar piezas de ajedrez. Hay también joyas pequeñas como anillos y pulseras de marfil, que no requieren de mucho volumen. En cambio, las piezas más grandes se utilizan para tallar bolas de billar, teclas de piano, algunos artículos de baño y adornos para mesas de salas o de comedor. Los colmillos enteros de marfil son el marco ideal para que artesanos africanos y europeos tallen figuras exquisitas que algunas tienen relatos históricos. El mercado del marfil era más o menos estable hasta que en 1980 hubo una reunión internacional en la que se demostró que la población de elefantes africanos se estaba reduciendo aceleradamente. Las causas quedaron claras, y la mayor de ellas es la explotación del marfil, pues hubo por largo tiempo cazadores de elefantes que iban sólo por sus colmillos. De ahí salió la noticia que fue tomada muy en serio por los grupos de ecologistas europeos y africanos, exigiendo la prohibición del comercio de marfil. Hasta que en el año de 1989 la Comunidad Europea y los Estados Unidos adoptaron la medida de prohibir las importaciones de marfil. Esto hizo que todo el marfil que llega a los mercados, es de contrabando y por tanto, su precio subió demasiado.