18/May/2024
Editoriales

Las incómodas moscas

Una de las razones por las que me agrada el invierno es que no hay moscas. Cuando menos no como en verano, aunque en los establos las hay durante todo el año. El zumbido de las moscas es algo que nos pone nerviosos a muchos y más si están en el mismo sitio donde comemos. Muchos días de campo son desastrosos por su presencia. Y su desaparición en invierno se debe a varios motivos, comenzando por las bajas temperaturas, pues si llega a cero grados ellas ya no pueden moverse, menos volar pues su metabolismo se reduce; no están hechas para el frío. Para sobrevivir tienen que reducir el contenido de agua de su cuerpo, pues si se congela se forman agudos cristales que pueden traspasar las paredes de sus células. A eso se debe que al finalizar el otoño las moscas suspenden la ingesta de alimento para disminuir la parte acuosa de su organismo. Además, su organismo produce compuestos alcohólicos que les permite bajar el nivel de congelación de su “sangre” o líquido corporal. Las que lo consiguen, en vez de vivir tres meses que es su ciclo de vida normal, resisten el invierno y ya en primavera despiertan de su letargo y al ser las últimas del año anterior, de ellas sale la nueva generación de moscas. Las moscas no permanecen en invierno dentro de las casas porque hay ahora productos de limpieza muy eficaces que las combaten y la basura está resguardada en los botes dedicados a ella, por lo que no hay alimento tirado, en cambio en verano, siempre dejamos trastos sucios en el fregadero o no falta quién tire algún pedazo de comida al suelo o al que se quede en el plato. El trabajo de la mosca durante toda su vida, es comer, y si no le damos alimento, buscará en otra parte.

 

  Así que la forma más efectiva de que no haya moscas en casa es mantener un alto nivel de limpieza.