09/May/2024
Editoriales

Sólo cuatro países se llaman como sus próceres

Entre las entidades municipales es común que su nombre derive de personajes destacados. Por ejemplo, en Nuevo León existen 36/51 municipios que llevan el nombre de héroes o santos: Monterrey, Abasolo, Allende, Apodaca, Aramberri, Bustamante, Cadereyta Jiménez, Dr. Arroyo, Dr. Coss, Dr. González, Galeana, García, General Escobedo, General Terán, General Treviño, Hidalgo, Iturbide, Juárez, Lampazos de Naranjo, Linares, Los Aldama, Los Herrera, Los Ramones, Marín, Melchor Ocampo, Mier y Noriega, Mina, Parás, Rayones, Sabinas Hidalgo, Salinas Victoria, San Nicolás de los Garza, San Pedro Garza García, Villaldama, Zaragoza, y Zuazua. 

 Pero ya en el nivel nacional, disminuyen los casos de entidades federativas (8/32) cuyos nombres tienen ese origen, como: Coahuila de Zaragoza; Guerrero; Hidalgo; Michoacán de Ocampo; Morelos; Querétaro de Arteaga; Quintana Roo; y Veracruz de la Llave. 

 Sin embargo, en el nivel internacional, hasta donde he leído sólo cuatro personas han puesto su nombre a un país, y son: Abdelaziz bin Saud (1876-1953) que fundó Arabia Saudí; Felipe de España que en su honor se llama así Filipinas; Simón Bolívar que dio nombre a Bolivia, y Cecil Rhodes (1853-1902), creador de Rodesia, que hoy se divide en Zambia y Zimbabwe. Pero sólo Saúd y Rodhes lo hicieron en vida y conscientes, pues los otros ya estaban muertos y en consecuencia no lo solicitaron. 

 Entre estos cuatro personajes cuyos países llevan su nombre, destaca Rodhes (R.). Este señor fundó la compañía De Beers, que hoy por hoy controla el 50% de los diamantes del mundo y, en sus mejores tiempos, el 90%. Para R. los diamantes fueron sólo el medio para costear su sueño: un ferrocarril británico que uniera a todo el continente africano, desde ciudad del Cabo hasta El Cairo, un caro proyecto que estuvo a punto de concretarse recién muerto R., pero que las dos guerras mundiales lo dejaron inconcluso. 

 Sólo el ferrocarril Tanzam se ha construido en toda esa región, después de la muerte de R. que va de Zambia a Tanzania, un obra de los ingenieros civiles chinos. La herencia de R., además de su ilustre apellido al nombre del país, es un tren – hotel que se llama The Pride of África (el orgullo de África) que, disfrutando las bellas cataratas de Victoria, se puede pasar unas breves vacaciones viajando en un hotel de 5 estrellas por diversos países africanos. Rodhes hubo de atorarle a dos guerras buscando concretar su proyecto: la del hombre negro, contra los zulúes, los matabele y los shona. 

 La otra guerra fue contra el hombre blanco, es decir contra los holandeses, portugueses y alemanes. Es importante señalar que estas guerras fueron pagadas de su propio pecunio, así que imagine usted cuánto dinero le costó. 

 Este caudillo económico, Rodhes (R) sabía formar grandes cuadros, y entre ellos destacan: Robert Baden-Powell, creador de los Scouts; y Frederick Seouls, el cazador en el que se inspiró el escritor Haggard para crear a Allan Quatermain, protagonista de su famosa novela “Las minas del rey Salomón”. 

 Como es de suponer, a R. lo odia mucha gente, sobre todo los descendientes de los zulúes, los matabele y los shona, en la antigua Rodesia, pues el tráfico de diamantes –como es de imaginarse- estuvo bañado de sangre. Lo más interesante de la historia de este señor R. es que consiguió que el país llevara su nombre, no de apellido como Venezuela bolivariana, por Bolívar; o Colombia por Colón, que bautizaron ya muerto el descubridor y que no sabía lo que descubrió. 

 

Puso de moda que los países se llamaran como sus caudillos; lástima que los aspirantes a ello, no tengan los tamaños necesarios…