Ciudad del Vaticano - Con el canto del himno dedicado a la Virgen, "La Guadalupana", un grupo de mexicanos agradeció a Francisco la reciente visita apostólica a su país, durante la audiencia pública semanal del Papa.
Entre más de 20 mil personas que se congregaron en la Plaza de San Pedro del Vaticano estuvieron Felipe Cordero y Leticia Ramírez, ambos originarios de Puente Grande en Jalisco, junto con un grupo de más de 55 personas.
"Se siente algo muy especial, nosotros queríamos hacerle sentir al Papa que lo queremos, que vinimos hasta acá para visitarlo y cantarle para que sienta la acogida del pueblo mexicano, el agradecimiento porque él fue a visitar México", explicó Cordero a Notimex.
Contó que algunos de sus compañeros de grupo, con quienes visitó Tierra Santa antes de pasar por Roma, llevaban una pancarta con la frase: "Gracias Papa Francisco por su visita a México" pero no pudieron exhibirla porque la extraviaron en el aeropuerto.
Ellos prefirieron no movilizarse en tierras mexicanas para ver al pontífice porque prefirieron esperar su viaje al Vaticano, que inició el martes 16 de febrero y en el cual pudieron ver a Jorge Mario Bergoglio a escasos cinco metros de distancia.
Cordero aseguró que la visita de Francisco reafirmó el cariño que mostraron por México los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI.
"Es una gracia especial que tenemos los mexicanos, que los papas se hayan fijado en nuestro pueblo para visitarlo. Ellos mismos han dicho que su principal deseo era rezar a la Virgen de Guadalupe, para dar gracias a Dios", indicó.
"Lo que más me sorprendió es la sencillez de esta persona, ahora nos comentaba el guía: recuerden que este es un cura de parroquia, sus homilías son hermosas y pongan atención. Eso es, un cura de parroquia, sencillo y amable con toda la gente", agregó.
Este agradecimiento se sumó a los balances realizados en el Vaticano tras la visita apostólica. El mismo Papa calificó su paso por ese país como una "experiencia de transfiguración" porque en ella Dios "mostró la luz de su gloria a través del cuerpo de la Iglesia, de su pueblo santo que vive en aquella tierra".
Reconoció que se trata de un cuerpo muchas veces herido, tantas veces "oprimido, despreciado, violado en su dignidad", pero precisó que en sus diversos encuentros allí estuvieron "llenos de luz".
Precisó que el centro espiritual del peregrinaje fue el Santuario de la Virgen de Guadalupe y recordó que permanecer en silencio ante la imagen de la madre era su objetivo prioritario.
"He contemplado y me dejé mirar por aquella que lleva impresos en sus ojos las miradas de todos sus hijos, y recoge los dolores por las violencias, los secuestros, los asesinatos, los abusos contra tanta gente pobre, tantas mujeres", estableció.
Según el líder católico la herencia entregada por Dios a México es la de custodiar la riqueza de la diversidad y, al mismo tiempo, manifestar la armonía de la fe común, una fe vivaz y robusta, acompañada por una gran carga de vitalidad y de humanidad.
"Las familias mexicanas me recibieron con alegría como mensajero de Cristo, pero a su vez me donaron testimonios limpios y fuertes, testimonios de fe vivida, de fe que transfigura la vida, y esto para edificación de todas las familias cristianas del mundo. Lo mismo se puede decir para los jóvenes, para los consagrados, para los sacerdotes, trabajadores y presos", constató.
"Por ello doy gracias al señor y a la Virgen de Guadalupe por el don de esta peregrinación. Además agradezco al presidente de México y a las otras autoridades civiles por la calurosa acogida, agradezco vivamente a los hermanos en el episcopado, y a todas las personas que en tantas formas han colaborado", añadió.