10/May/2024
Editoriales

Quiénes deben ser los Candidatos en Nuevo León

El tiempo vuela. Es increíble que falten solo ocho meses para que elijamos un nuevo Presidente o Presidenta de la República, nuevos Ayuntamientos, Diputados Federales, Senadores y Diputados Locales. Los partidos políticos seguramente están analizando cuál debe ser el perfil de sus próximos candidatos, pues hoy más que nunca importa la honestidad y los oficios de quienes serán candidat@s. 

Al principio los puestos de elección popular y los funcionarios designados eran personajes con carrera administrativa, militar o política, como José María Parás, que había sido teniente de infantería del ejército español. O Manuel Gómez de Castro, hijo de gobernador provincial y funcionario del ayuntamiento de Monterrey en el ocaso de la colonia. O Manuel María del Llano, miembro de la diputación provincial de Texas en 1814 con la Constitución de Cádiz.

Después llegaron ex estudiantes del seminario, como Joaquín García, que fue expulsado del seminario por tener trato con mujeres; o Juan Nepomuceno de la Garza Evia, quien no se ordenó, pero terminó la abogacía.

Con la pugna entre federalismo y centralismo (1836-1846) llegaron militares impuestos por los caudillos nacionales, como Pedro de Ampudia que era agente de Santa Anna; o José María Ortega, allegado a Anastasio Bustamante. Por cierto, en estos casos el primero era cubano y el segundo capitalino ‘de nascimento’.

Después, con el desorden de la invasión norteamericana y la dictadura de Santa Anna apenas se puede decir que había gobierno. Los empresarios tuvieron cierta presencia pues  hubo entremezclados en el gobierno: ganaderos, agricultores, y pequeños comerciantes, pero eran muy pocos.

Sin embargo, con el militar Bernardo Reyes, el ejército sólo conservó la gubernatura y la comandancia militar, entregando a los empresarios el control del resto del gobierno, incluyendo la legislatura semi - empresarial que otorgaba facilidades y exenciones de impuestos a sus industrias propias y también a las extranjeras.

Cuando Madero fue presidente -con fuertes raíces familiares y económicas en Monterrey- llegaron la democracia con funcionarios independientes y obreros. Pero durante la usurpación de Huerta se le devolvió el poder al empresariado.

Durante los momentos más radicales de la revolución, el empresariado fue castigado por Venustiano Carranza y desde luego por su gobernador Antonio I. Villarreal. Pero al llegar brevemente Felipe Ángeles, enviado de Villa, el empresariado lo recuperó todo.

Cuando la Revolución Mexicana se hizo gobierno, llegó la pluralidad. Al principio dominaban los militares pero fueron integrándose políticos de carrera, maestros, empresarios, comerciantes, y activistas sociales.

De la tan ahora vilipendiada revolución surgieron los gobiernos formados por militares, profesionistas, individuos de distintos oficios y clases tan plurales como es la propia ciudadanía. Siempre ha habido -en mayor o menor medida- algunos empresarios que legítimamente buscan ejercer el poder político, imitando la política norteamericana, en la que el poder económico y el político se suman, muchas veces.

Ahora no importa si son empresarios o funcionarios de carrera, se deben postular candidatos locales acordes a nuestra realidad. Gente que pueda conciliarnos a todos, que sepa implementar desde su trinchera los principios de democracia, seguridad y salud pública, que estimule la productividad y la preparación de los jóvenes para la feroz competencia internacional que viene dotada de la famosa inteligencia artificial. 

Desde luego que los próximos gobernantes deben ser electos con antecedentes de honestidad y veracidad, porque la credibilidad es indispensable. Si no podemos creer en la palabra de nuestros gobernantes ¿a quién le vamos a creer?