La ganadora del premio Ariel en 2010, platica su experiencia en el arte
México - El trabajo del diseñador de vestuario en cine, teatro y televisión, es poco valorado en México y urge cambiar esa concepción, afirmó Josefina Echeverría.
"El vestuario es fundamental en una producción porque forma parte de la comunicación no verbal de la historia. Sucede que en escena entra un personaje y no dice nada, pero el público tan sólo por su atuendo, ya sabe que es hombre, mujer o transgénero; si tiene frío o calor.
"Si su nacionalidad es mexicana o extranjera; si forma parte de una clase social alta o baja. Es una parte muy importante en el esquema de planeación y se debe valorar", añadió la vestuarista.
Con más de 20 años de trayectoria en el arte, Echeverría señaló a Notimex que hace falta capacitación en el tema porque en el país no existe una carrera de Diseño de Vestuario como tal.
"Está la carrera de Escenografía y dentro de ésta se halla el Vestuario, pero prácticamente como materia. La mayoría de las vestuaristas que conozco, nos hemos formado por nuestra cuenta", sostuvo.
Incluso, la ganadora del premio Ariel en 2010 por su labor en la película "Conozca la cabeza de Juan Pérez", propone que a los directores también se les impartan clases de vestuario porque muchos no saben qué pedir o cómo pedir el vestuario a los expertos.
"Hay pocos que saben de vestuario, que han investigado lo que quieren para sus personajes. A este renglón, también añadiría a los productores, porque sus presupuestos son bajos y no coinciden con lo que la película necesita, de modo que el vestuario no es nada barato".
Josefina Echeverría se inició en la carrera de Diseño Gráfico, pero en el desarrollo descubrió que no era de su completo agrado; sin embargo, para no decepcionar a sus padres, siguió adelante hasta que encontró trabajo como asistente de escenografía.
Laboró en el teatro-bar El Hábito con la directora de teatro Jesusa Rodríguez. Ahí conoció a Felipe Fernández del Paso, quien para entonces producía un cortometraje y la invitó a participar como vestuarista.
Ante ese primer acercamiento, notó que ésta área podría enriquecerla más e inició cursos de patronaje, corte y confección. Su primera contratación como tal fue en el cine, a través de la película "Un dulce olor a muerte" (1999), que dirigió Gabriel Retes con las actuaciones de Diego Luna y Laila Saab, entre otros.
"Fue una historia de Guillermo Arriaga que se desarrollaba en provincia, en la época actual. Todo giraba en torno a un asesinato. Querían culpar al personaje de Diego Luna y tuve que investigar mucho acerca de cómo viste la gente fuera de la ciudad, en un pueblo tan pequeño. La experiencia fue buena", recordó.
Después hizo teatro, ópera, circo en el Atayde Hermanos y televisión. Al principio pensaba que sería lo mismo diseñar para cualquier arte, pero con la experiencia comprobó que no es así.
"La base es la misma, pero el final es diferente. En el cine todo lo ves muy de cerca gracias al 'close up', mientras que en el teatro todo se ve a distancia y hay que ser más exagerado en cuanto a volumen o color para darle la teatralidad que se requiere, aunque sea un vestuario cotidiano".
Se trata de hacer equipo con el director, el fotógrafo y el iluminador para que todos cuenten la misma historia, resaltó la nominada al Ariel por películas como "Obediencia perfecta" (2014) y "La mitad del mundo" (2010).
"Cada tema es diferente y terminas aprendiendo de todo. La velocidad de la televisión o del cine te hace trabajar mucho más rápido, pero el teatro enriquece a un mayor grado porque se tiene más tiempo para digerir el proyecto; incluso, después del estreno puedes seguir haciendo correcciones".
Le ha sucedido que ve películas en las que colaboró y observa que el vestuario tenía errores; no obstante, es inútil hacer cambios, pues ya todo se filmó.
El vestuario más difícil que ha diseñado hasta el momento, fue para la serie de televisión "El capitán", la cual se situaba en varias épocas. Comenzaba en los años 30 y terminó en los 70.
"Suele pasar que en televisión los guiones no siempre están completamente terminados, por lo que un personaje se va construyendo de una manera hasta que llega una escena en la que algo ocurrió y debe cambiar en su totalidad. Esto significa un reto, dada la incertidumbre de lo que sucederá".
Le ocurrió, por ejemplo, que diseñó un atuendo pensando en una actriz blanca, cuando en realidad se trataba de una mujer de raza negra.
"El entorno se desarrollaba en Estados Unidos de la década de los 60 en medio de una situación política importante, pues la vida de los afroamericanos cambió muchísimo en ese periodo. En los años 30, ocultaban sus rasgos raciales, se alaciaban el cabello o se lo recogían, y ya para los 60 se mostraron tal cual", señaló.
Conseguir los materiales para aterrizar sus diseños a la realidad, no es tan sencillo como parece. Mucha tela no se encuentra en México y hay que traerla del extranjero como en Nueva York.
Hay atuendos de época, que se pueden hallar en bodegas especializadas, aunque el precio por adquirirlos suele ser muy alto. Por lo tanto, en su carácter de vestuarista, debe negociar con el productor para analizar lo que se puede conceder al director con el presupuesto que se cuente.
En fecha reciente diseñó el vestuario de la película "El Jeremías", del director Anwar Safa, misma que está nominada al premio Ariel en varias categorías. Asimismo, colaboró en el cortometraje "El tigre y la flor", que trata acerca del romance entre dos hombres.
Su trayectoria en teatro ha sobresalido a través de las obras "Rojo" (2011 / 2014), "Los arrepentidos" (2013), "El graduado" (2003) y "Un corazón normal" (2013), por citar algunas.