La reunión del presidente Trump con el dirigente de la bancada de minoría en el Senador Chuck Schumer (demócrata por Nueva York) y la presidente de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi (demócrata por California), concluyó en un punto muerto, cuando Pelosi dijo que ella no estaría de acuerdo con financiar el muro en la frontera sur y el Presidente abandonó la reunión diciendo “no tenemos nada que discutir” y declaró que la reunión había sido “una total pérdida de tiempo”.
Según los informes en los medios, parece que el almuerzo reunión previo en el Capitolio con los legisladores republicanos fue más armoniosa, pero las congresistas Susan Collins (republicana por Maine) y Lisa Murkowski (republicana por Arkansas) plantearon sus preocupaciones —e indudablemente otros también— sobre los efectos de un cierre del gobierno prolongado sobre los empleados federales y las industrias locales que dependen de regulaciones federales (como la pesca en Alaska), según informó el periódico The Hill.
Cada bando sigue atrincherado, y el gran ausente es la discusión sobre una política efectiva para resolver el problema de la inmigración ilegal: el desarrollo económico regional, que se extienda a lo largo de Centroamérica, mediante una colaboración vigorosa para hacer esto, con la creación de nuevos mecanismos de financiamiento, una cooperación respetuosa con el gobierno mexicano, como lo ha planteado el Presidente López Obrador y en lo cual ha coincidido Trump. Nada que no sea esto va a funcionar.
El presidente Trump viajó a McAllen, Texas para inspeccionar la frontera y hablar con ciudadanos y autoridades gubernamentales. En su discurso televisado nacionalmente del martes 8 se enfocó en el lado humanitario del problema, el tráfico de drogas y trata de personas, las amenazas a la seguridad de los estadounidenses, los peligros que corren las mujeres y niños en el recorrido en busca de llegar al norte etc. Insistió en que el muro, y los $5.7 mil millones que necesita para financiarlo, son la única solución. Pelosi y Schumer dieron la respuesta oficial demócrata, en su mejor imitación del “gótico Americano”, repitiendo el estribillo de que el problema fronterizo es una “crisis manufacturada” y que el Presidente “apela al temor no a los hechos”, que según Schumer “distrae la atención del caos que existe en su gobierno”. Ambos exigieron que el problema del cierre del gobierno se trate por separado del problema de la inmigración.