Simón, joven y guapo teniente revolucionario regiomontano se había incorporado al ejército constitucionalista de Carranza, yéndose dispuesto a hacer carrera en las armas, peleando en varias batallas.

Luego de tres meses peleando aquí y allá, recibió un mensaje escrito de su novia donde cortaba con él, y le solicitaba -invocando su caballerosidad-, que le regresara su fotografía que le había regalado cuando eran novios.

Simón se enojó mucho y luego se deprimió pensando qué hacer con la solicitud de su ex novia. 

Su amigo Pancho, originario de Cadereyta Jiménez, que lo acompañaba en su aventura revolucionaria se preocupó con la actitud de Simón, pues a la hora de los balazos algunas veces la vida propia depende de la actitud del compañero de armas. 

Tardó un par de días en urdir una estrategia y mientras se preparaban para entrar en acción en un pueblo jalisciense, le dijo a Simón: 

_No te preocupes amigo, eso mismo nos ha pasado a todos; la ausencia es mala consejera y ella debe andar quedando bien con otro. 

Pero tú hallarás aquí en Jalisco o en otro lugar a alguien que valga la pena, por acá hay muchachas bien bonitas.

Mientras Simón recapacitaba en esas palabras de Pancho, éste sacó un regalo de parte de todos sus compañeros que tenían novia. 

Entre todos hemos reunido estas siete fotografías de nuestras novias, ponlas en un sobre y mándaselas a tu ex novia junto con la de ella, y dile que tome la suya y te regrese las otras, porque en realidad no recuerdas bien a bien cuál de todas es ella.

Así lo hizo Simón y su rostro se alegró, pudiendo hacer su trabajo de apretar el gatillo con singular alegría...