13/May/2024
Editoriales

Somos ermitaños súper informados

Ciertamente, el uso de teléfonos celulares y tabletas crea un hábito comparable a estimulantes como la cafeína y en algunos casos hasta como las drogas.

 Los expertos internacionales recomiendan que a los menores de edad se les dosifique su uso, para evitar una dependencia crónica de la tecnología.

Sin embargo, nadie puede negar que los avances de la civilización penden del desarrollo cibernético.  

 El papa erudito Silvestre II (999 a 1003) -el primero francés-, inauguró la etapa de avances científicos al perfeccionar el reloj de péndulo e inventar un ábaco que era casi calculadora mecánica.

 Luego llegó Gutenberg con la imprenta, iniciándose una carrera de inventos donde uno propiciaba al siguiente, hasta que el siglo XX metió el acelerador hasta el fondo.

 Llegaron cámaras fotográficas pequeñas y económicas; televisiones y radios que cubrieron el planeta con información y entretenimiento; y sistemas de almacenamiento de música con fonógrafos, toca discos, caseteras, estéreos, etc.

 En los años setenta aparecieron las computadoras en oficinas y hogares, con su ordenador de resultados gráficos en una pantalla.

 La primera víctima en desaparecer fue la máquina de escribir, pues en la pantalla se ve, se corrige el texto y se envía a imprimir. La segunda víctima fue la calculadora, y las hojas de cálculo contables e ingenieriles. Las computadoras se adelgazaron para ser portátiles y que el usuario pudiera llevarse trabajo de oficina a su casa.

 Hasta que en 1993 llegó el gran golpe: Internet al alcance popular.

 En 2010 el 22% de la población mundial ya lo utilizaba, y luego llegaron las tabletas, computadoras portátiles sin teclado físico ni ratón, operables con los dedos.

 Siguieron las mini tabletas y el reloj de pulsera, naciendo inmediatamente el sistema 4G de internet portátil, con el que un dispositivo es video teléfono, transmite correos, noticias y televisión por internet.

 La fotografía está secuestrada por las tabletas y los teléfonos celulares, con fenómenos increíbles como el “selfie”, cuyo éxito se basa en el ego, y los periódicos también. 

 La red WhatsApp transmite mensajes y llamadas telefónicas a cualquier parte del mundo.

Las tabletas y celulares traen reloj por internet, que sirve además de calendario, cronómetro, despertador con cualquier cantidad de funciones imaginables.

 Es tan atractivo trabajar y divertirse en los dispositivos cibernéticos que puede uno pasarse horas navegando en el ciber espacio, perdiéndose de las interacciones humanas indispensables para disfrutar la vida.

 Por eso debemos medir el tiempo frente a la pantalla del celular y el ordenador, so pena de convertirnos en ermitaños súper informados.