23/Nov/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Noviembre 23 de 1883: nace en Zapotlán, Jalisco, Clemente Orozco, pintor de talla internacional que prestigió a nuestro país. José Clemente Orozco Flores, se mudó a los 7 años de vida,  a la ciudad de México, en donde estudió hasta llegar a la Escuela Nacional de Bellas Artes, pasando por la Escuela Nacional Preparatoria. Varios autores del arte estudian su vida, entre ellos Justino Fernández, quien en su libro ‘Arte Mexicano De sus orígenes a nuestros Días’, afirma que José Clemente Orozco dejó con su obra una herencia a México y a la cultura universal que requiere la más profunda consideración. Muchos críticos lo comparan con Diego Rivera o con Picasso.

 

  “En todo distinto a Rivera, con él se forma otra pareja dispar, como otras en la historia, tales como: Rafael y Miguel Ángel; David y Goya; Ingres y Delacroix”. Los murales de Orozco tienen una expresividad única. Conocí su obra en la década de los años sesenta en una visita que hice –siendo aún estudiante de ingeniería- en Guadalajara al Hospicio Cabañas y me impactó. Es que la terna de Orozco, Rivera y Siqueiros proyectan a México al mundo del arte, se confunde su obra mural y presentan un México cargado de historia difícil, dolorosa, pero con una gran esperanza en su desarrollo. Orozco pinta las pasiones, el odio y el ansia de libertad, pues su plástica tiene una fuerza inigualable. Sus seguidores repiten una frase que le da la supremacía en el muralismo mexicano: “De los tres grandes muralistas mexicanos, yo prefiero dos, a Orozco”. Desde luego que los otros dos de esa tercia mayor (Rivera y Siqueiros), tienen sus admiradores y muy merecidos, pues coincidir en la misma época es una especie de recompensa a un país que ha sufrido desde antes de su fundación como tal. Recordar a Orozco es añorar los tiempos de nuestros grandes muralistas, de los que queremos más en México.