11/May/2024
Editoriales

El arte de esconder la inteligencia

Ciertamente poseer la virtud de expresar las ideas correctamente es signo de inteligencia, pero no requisito sine qua non para conseguir el éxito, pues hay aspectos que también influyen, y poco o nada tienen qué ver con la facilidad de palabra.

Esto es válido para la política, el deporte, los negocios y casi todas las actividades de la vida moderna.

Un ejemplo de alguien que expresándose era un desastre, pero obtuvo grandes triunfos, es el productor de cine norteamericano de origen polaco, Samuel Goldwyn (1879-1974), de quien hay registros de frases que parecieran ser dichas por un cómico involuntario. 

Pero sus dislates verbales no concuerdan con su agudeza para los negocios, pues está de no creerse que sea el mismo individuo que fundó -junto a su cuñado- la exitosa empresa productora cinematográfica llamada Metro-Goldwyn-Mayer.  

En cuanto a las célebres expresiones de Goldwyn, con algunos ejemplos de ellas podremos medirlo. 

Una vez, acerca del guión de una película dijo: _¡Más que magnífico, es mediocre!.

Otra más fue cuando afirmó en un programa de televisión que le invitaron: _Te daré un quizá afirmativo. 

En otra ocasión calló a un actor que protestaba durante el rodaje de una película diciéndole a gritos:

 _ ¡Cuando quiera tu opinión yo te la daré!

Ante una pregunta de los periodistas de la fuente en Jóligud, acerca del “guión perfecto”, Samuel Goldwyn respondió: _Nos interesa toda aquella historia que empiece con un terremoto y vaya subiendo en intensidad hasta el clímax.