08/May/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Septiembre 16 de 1847: Renuncia Santa Anna en la Villa de Guadalupe, a la presidencia de la República, al mismo tiempo que el ejército invasor norteamericano comandado por el general Winfield Scott tomaba plena posesión del zócalo de la Ciudad de México. Desde el día 14 habían ocurrido disturbios abiertos, robos a comercios y agresiones populares contra los invasores en diversos barrios capitalinos.

En respuesta, Scott giró instrucciones para que los soldados norteamericanos aprehendieran y fusilaran a varios manifestantes y así la gente del pueblo supiera quien tenía el control militar. El día 15 la caballería mexicana que estaba en Guadalupe Hidalgo había incursionado rumbo al centro de la Ciudad, pero recibió órdenes de mejor regresarse, pues ya habían probado la metralla de los crueles invasores. Ante la renuncia de Santa Anna, Manuel de la Peña y Peña, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, asumió la presidencia de la República, y Santa Anna, por su parte, como seguía siendo el jefe del ejército defensor, salió rumbo a Puebla. Allí chocó con Thomas Childs, quien controlaba la ciudad por nombramiento de Scott, pero del encuentro armado, no salió un triunfador claro.

Después vino la salida del presidente De la Peña a Toluca y desde ahí convocó a los gobernadores mexicanos a reunirse en Querétaro, pues la tragedia nacional no tenía precedentes. El trágico final de esta invasión es la mayor pesadilla que ha sufrido nuestro país, pues el enemigo e invasor venía por todo, sin embargo, una cosa era pelear contra un ejército mal preparado y mal dirigido, y otra era luchar diariamente con grupos de ciudadanos enardecidos, así que desde Washington llegó la instrucción de “flexibilizar” la negociación, para “comprar” a México la mitad de su territorio.