Luis Pericot, un historiador español nacido en 1899 y muerto en 1978, autor de “Las islas baleares en tiempos prehistóricos” sostenía que la sobrevivencia del hombre se debe a que descubrió que sus dedos índice y pulgar son oponibles, que se pueden combinar para asir y para hacer cosas.

Dice que las armas que el hombre empleó para dominar la tierra no vienen de la fuerza, sino de la inteligencia que hizo posible combinar los dedos pulgar e índice para dar como resultado una serie inagotable de inventos, que van desde el uso del palo como arma ofensiva, hasta los milagros de la técnica. El talento y la habilidad son complementarios para que en la mano del hombre estuviera su destino. Pero eso que se dice tan fácil requirió que pasaran miles de años para que las manos sirvieran para algo más que tomar cosas, pues hacerlas fue después. Y nosotros, de tan natural que lo vemos, ya no lo apreciamos, si acaso sólo cuando damos un simple chasquido con nuestros dedos.