09/May/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Octubre 14 de 1845: Solicita John Black, cónsul de Estados Unidos en México, al ministro de Relaciones, Manuel de la Peña y Peña, que el presidente José Joaquín de Herrera reciba a un enviado especial de Estados Unidos. Peña y Peña respondió que el presidente de México recibiría con gusto al enviado extraordinario de Estados Unidos, cuando se retirasen las naves de guerra que ya fondeaban el puerto de Veracruz. Porque además, desde el 24 de junio, el comodoro John D. Sloar, comandante de la escuadra del pacífico, había recibido órdenes del gobierno norteamericano de ocupar el puerto de San Francisco California y bloquear su costa, por si estallaba la guerra con México.

Y posteriormente, el 11 de julio, en las costas de Veracruz se sumaron a la flota del comodoro Conner las corbetas Saratoga y St. Mary’s, así como el bergantín Porpoise, esperando que llegara la corbeta John Adams y los vapores Mississippi y Princeton. Para el día 2 de diciembre, el presidente Polk ya estaba dirigiendo un mensaje al Congreso Norteamericano declarando que Texas sería defendido de México, como lo que era, un estado más de la Unión, por lo que estaba girando instrucciones al general Zachary Taylor de que se dirigiera a la frontera con nuestro país. La guerra de invasión se preparaba, con la intención de adjudicarse, no sólo con Texas, sino todos los territorios nórdicos mexicanos.

Y lo grave es que estando a punto del estallamiento de la guerra de invasión norteamericana, los generales Mariano Paredes y Manuel Romero suscribieron el plan de San Luis, exigiendo que hubiera un Congreso extraordinario, pues no estaban de acuerdo con las medidas tomadas por Herrera. Y la respuesta fue que las autoridades civiles y militares, así como las judiciales cerraron filas en favor de Herrera y en contra del plan de San Luis Potosí, y se prepararon tropas no para defender la patria de la posible invasión, sino para combatir a los sublevados Paredes y Romero. Así somos los mexicanos, siempre nos peleamos entre nosotros cuando las asechanzas externas abundan…