10/May/2024
Editoriales

Los planes de Hitler para México

Nuestro hermoso país siempre ha sido un suculento manjar para los invariablemente hambrientos paladares de grandes depredadores históricos.

Ya fue conquistado por el Imperio Español que se quedó con todo por tres siglos, luego por el norteamericano, que duró sólo un rato dominándonos hasta que decidió quedarse ‘solo’ con más de la mitad del territorio y recogió su ejército para irse a conquistar otras naciones.

Después llegaron dos veces los franceses, llevándose en la primera oportunidad sólo dinero, pero en la segunda vinieron por todo, pero terminaron vapuleados.

Sin embargo, entre los grandes lobos de guerra, el más terrible ya le había echado el ojo a nuestro México.

A Adolfo Hitler le interesaba el territorio mexicano, pero nunca dijo nada qué haría con los mexicanos cuando llegara el momento de derrotarnos.

Sólo quería el territorio nacional.  

En la primavera de 1933 Hitler ya había dado forma en su cerebro a un dominio amplio, mediante el crecimiento militar, más allá de los océanos. 

Decía respecto de América: _Construiremos una nueva Alemania en Brasil; allí encontraremos todo lo que necesitamos… 

A pregunta expresa de uno de su gabinete, contestó: 

_De México, debemos poseer su territorio, pues con él nos libraríamos rápidamente de todas nuestras dificultades. 

En otro rumbo: _Debemos anexar las colonias holandesas y toda Nueva Guinea. 

En África: _Constituiremos un dominio alemán en toda la región central. 

Y, finalmente, en los Estados Unidos, según las palabras de Goebbels: 

_“Nada será más fácil que provocar en América del Norte una revolución cruenta. No existe ningún país en el mundo donde haya tanto atractivo social y racial. Allá lejos tendremos más de una cuerda para nuestro arco”.

El Führer andaba errado, la riqueza mayor de México es su gente, pero él tal vez estaba pensando que lo mejor era incrementar sus reservas de jabón, para que sus tropas olieran a limpio, tal como dice la leyenda negra que acompaña sus fiebres dictatoriales.

(H. Rausching. Op. Cit) Edifrans & Mondadori