26/Jul/2024
Editoriales

Hoy su Centenario, Y lo llamaban "Polito"

Este 6 de febrero se cumplen 100 años del natalicio del gran mexicano, nuevoleonés y regiomontano Leopoldo González Sáenz, personaje de la vida pública inolvidable por su don de gentes, por su carisma y desde luego por su trabajo siempre eficiente y eficaz en los diversos cargos públicos que ostentó durante su fructífera existencia.

 Provenía de cuna humilde y por ello el trabajo fue un signo de su existencia. Estudia derecho y ejerce la abogacía. Desde su época de estudiante, abraza la oratoria como una herramienta para el desarrollo personal y el ejercicio profesional.

 Ingresa a la masonería donde se ensancha su visión social, sus valores e ideales fraternales, libertarios y justicieros.

 Su formación como hombre de bien lo conduce a la política, donde su trabajo constante y eficiente le abre cada vez nuevos y más amplios horizontes: ingresa a las filas partidistas y el quehacer público lo lleva a diversos espacios donde siempre cumple y cumple bien: Es abogado del gobierno estatal, funcionario de Conciliación y arbitraje, secretario del ayuntamiento y diputado federal, generando a su paso el reconocimiento de propios y extraños y sumando adhesiones y simpatías que le auguran tareas superiores.

 En 1960 es candidato a la Presidencia Municipal de Monterrey, cargo que ejerce por primera ocasión haciendo una administración ejemplar donde la obra pública y la obra social y humana destacan, generando entre los regiomontanos una gran admiración y respeto por el funcionario al que cariñosamente llamaban "Polito".

 Retorna a la cámara de diputados federales de 1964 a 1967, en aquella primera pluralista que encabezó otro distinguido nuevoleonés, Alfonso Martínez Domínguez.

 Al concluir la tarea legislativa la federación requiere de sus servicios para ser el primer director del Sistema Metropolitano de Transporte.

 En 1973 vuelve una vez más a la cámara de diputados, aunque por un breve espacio ya que nuevamente es requerido por los regiomontanos para encabezar una nueva  Administración Municipal, 1974-1976, en la que el ahora maduro político vuelve a mostrar su capacidad reflejada en una gran obra pública que vuelve a otorgarle el merecido respeto y reconocimiento de los ciudadanos.

 Continúa en el ejercicio de diversos cargos en el gobierno federal y en el comité nacional del PRI, volviendo años más tarde a ocupar una regiduría en el municipio de Monterrey.

 Leopoldo González Sáenz, político de carisma singular gozó siempre de la simpatía y afecto del pueblo al que sirvió, tanto por la calidad y trascendencia de su quehacer público, como por su innegable carisma.

 Al acaecer su muerte, a la edad de casi 90 años, el ayuntamiento de Monterrey le rindió un merecido homenaje en el que participaron entre otros, su hija Leopoldina, su nieto Mauricio Cantú (actual diputado federal por Morena) y la entonces regidora licenciada Carlota Vargas Garza, de cuya intervención tomó el siguiente pasaje:

 "(un) merecido homenaje a uno de sus ciudadanos más distinguidos, uno de los alcaldes más queridos que ha tenido esta ciudad, a la que sirvió́ con eficiencia y pasión, Leopoldo González Sáenz. Polo, como le decían los regiomontanos, hombre a quien siempre acompañaron las extrañas virtudes de la sencillez y del sentido común, un hombre congruente que decía lo que pensaba y hacia lo que decía."

 Y añadía - "Paradigma del servicio público, de esos que no se dan con frecuencia y que se extrañan sobre todo en tiempos en que no abundan los hombres de lucha y nos hacen falta servidores públicos honrados y eficientes."

 Era un gran conversador, escucharlo era siempre no solo agradable, sino motivo de aprendizaje y conocimiento del entorno político que vivió durante más de medio siglo de trayectoria... 

 Una de sus capacidades más reconocidas fue la de la oratoria, por ello quiero concluir con un fragmento del discurso pronunciado ante las grandes logias del país con motivo del Año de Hidalgo en parada masónica nacional celebrada en Saltillo el 16 de septiembre de 1953, decía entonces: 

 "Tal parece que en la inquietud de esta hora de angustias, en que la humanidad vende sus destinos en feria de mercaderes, en que el dinero se emplea para corromper a los hombres y para sobornar a los pueblos; tal parece, repito, que en épocas como ésta en que vivimos, de técnicas que endurecen el sentimiento y de átomos que se desintegran para destruir a la humanidad, nosotros los masones nos inspiramos en un saludable optimismo y afirmamos nuestra fe y nuestra confianza en los gloriosos destinos de la masonería universal."

 Y concluía en aquella memorable ocasión: "Y pertrechados así con tan eficaces potencias del espíritu, podremos ya continuar con nuestra tarea inacabable, destruyendo injusticias, realizando la equidad, hasta llegar a unir, en abrazo indestructible de hermandad a todos los hombres de la tierra, para que juntos sin rencillas ni odios, sin diferencias de tamaño ni de poder, marchemos unidos hacia la meta de la felicidad, por el sendero de la trilogía inmanente conforme a la cual se ha de edificar la sociedad futura: los ideales de libertad, igualdad, fraternidad".

 Al cumplirse el primer centenario de su natalicio, recordamos al gran personaje que fue el licenciado Leopoldo González Sáenz, cumpliendo el sagrado deber de la sociedad hacia sus benefactores: mantenerlos presentes, siguiendo su ejemplo y no permitiendo que su nombre se borre de nuestra memoria... 

 

Monterrey febrero 6 de 2024