Todos conocemos a personas que se crecen cuando las cosas les salen bien; pierden el piso para elevarse al nuevo nivel que suponen tener ahora... y las perdemos. Así le sucedió a The Beatles en otoño de 1963. Su popularidad era enorme, un fenómeno imparable, por lo que los cuatro músicos sentían que eran capaces de hacer cualquier cosa.

Había tenido un gran día en la ciudad de Bournemouth, en Dorset, y a sabiendas que tenían una cita con Terence Spencer, el fotógrafo de la revista Life, quien había tratado el asunto con Brian Epstein, el representante de The Beatles, y no fueron.  Ya estaba decidido en la más famosa revista de occidente, que el cuarteto de Liverpool aparecería en la portada en febrero de 1964. Desde luego que ese logro había sido producto del cabildeo y largas negociaciones entre quien los había hecho crecer (Epstein) y los directivos de la revista. Pero los cuatro famosos (John, Paul, Geogre y Ringo) habían perdido piso y lo mandaron por un tubo, al no asistir a la sesión fotográfica. Perdieron piso The Beatles, y quien salió ganando con su actitud fue la Geraldine Chaplin, quien ocupó la portada de esa revista.