Editoriales

Una visión postclásica del amor

Dr. Rigoberto Pupo Pupo

Universidad "José Martí­" de Latinoamérica

¡Amor – escribe José Martí­ - es que dos espí­ritus se conozcan, se acaricien, se confundan, se ayuden a levantarse de la tierra, se eleven de ella en un solo y único ser; —nace en dos con el regocijo de mirarse;—alienta con la necesidad de verse. —Concluye con la imposibilidad de desunirse! —No es torrente; es arroyo; no es hoguera, es llama; no es í­mpetu, es paz[1].

Sobre el amor se ha escrito mucho desde la poesí­a y la literatura en general, sin embargo, actualmente existen trabajos valiosos que parten de nuevas bases complejas e integradoras. Edgar Morin y Humberto Maturana han asumido el tema desde una visión biológico - cultural, compleja y transdisciplinaria.

Según Maturana expresa en Del ser al hacer, "la única emoción que no limita el propio entendimiento, sino que lo amplia, es el amor". Igualmente, Albert Einstein en una carta a su hija, subraya el poder del amor[2] como fuerza telúrica fundante.

A continuación transcribimos un excelente ensayo sobre el amor, de Edgar Morin.

COMPLEJO DE AMOR

Edgar Morin

CNRS, Parí­s

Fuente: Gazeta de Antropologí­a Nº 14, 1998 Texto 14-01 http://www.ugr.es/~pwlac/G14_01Edgar_Morin.html

Palabrasclaves/ Keywords

Antropologí­adelamor|teorí­adelossentimientos|complejidad anthropologyoflove|feelingtheory| complexity

Resumen

Complejo de amor

En la compleja textura del amor se entretejen hilos muy diversos, queabarcan desde lo biológico sexual a lomitológico oimaginario.Todossuscomponentes conforman una realidad humana profunda y se encuentran remodelados por la cultura, como es bien sabido. Aquí­, se expone un análisis que muestra y describe cuáles son esos componentes, rastreando su base antropológica sin alejarse de la experiencia vivida.

Abstract

The complex of love

Diverse threads are interwoven within the complex texture of love. They go fom the sexual-biological to the mythological and imaginary. All of its components conform to a profound human reality and have been remodelled by culture, as is well known. Here,Morin presents an analysis which displays and describes these components by tracking their anthropological foundations, while maintaining the importance of life experience.

Deseo exponer esa dificultad, tan frecuenteen las ciencias humanas, donde se habla de un objeto como si existiera fuera de nosotros, los sujetos.

Y esto evidentemente es del todo flagrante parael amor, pues la mayorí­a de nosotros hemos sido, somos y seremos sujetos del amor. (El término «sujeto»vacilaaquí­entredossentidosquelapolarizan:por unaparte,elamoresalgoquevivimossubjetivamente,yporotra,esalgoaloqueestamossujetos.)De ahí­ la diferencia, incluso la oposición, entre laspalabras sobre el amor que quieren ser objetivas y las palabras de amor que son subjetivas.

Esto llega a ser grotesco cuando las palabras sobre el amor son exactamente lo contrario de las palabrasdeamor.Seconstituyenenundiscursofrí­o,técnico,objetivo,queporsí­mismodegraday disuelve su objeto. No estudiaré elamor en los cuadros superiores o losempleadosdelosferrocarriles,no haré comentario sobre el sondeo «El amor y los franceses». Por el contrario, intentaré esquivar esas cosas que tienen algo que repugna, no ensí­ mismas, sino con vistas a nuestro propósito.

Topamos con un primer problema:que la tentativa de elucidación no sea una traición, ni una ocultación. Además, el término «elucidar» se vuelvepeligroso si creemos que se puede llevar toda la luz a todas las cosas. Creo que la elucidación aclara, pero al mismo tiempo revela lo que resiste a la luz, detecta un fondo oscuro.

Este texto se titula «Complejo de amor». El término «complejo» debe tomarse en su sentido literal: complexus, lo que está tejido junto. El amor es en cierto modo «uno», como una tapicerí­a tejida con hilos extremadamentediversosydediferentesorí­genes.Detrás de la evidente unidaddeun«teamo»,hayuna multiplicidad de componentes, y es precisamente la asociación de esos componentes por completo diversos lo que da coherencia al «te amo».

En un extremo, tenemos un componente fí­sico, y en el término «fí­sico» se comprende el componente «biológico», que no es sólo el componente sexual, sino también la implicación del ser corporal.

En el otro extremo, está el componente mitológico,elcomponenteimaginario; yyo soy de esos para quienesel mito, lo imaginario, no es una simple superestructura, menos aún una ilusión, sino una realidad humana, profunda.

Estos dos componentes están modulados por lasculturas, las sociedades, pero no es de esta modulación cultural de la que os voy a hablar: intentaré más bien señalar esos componentes.

Encontramos una nueva paradoja. Elamor está arraigado en nuestro ser corporal y, en este sentido, se puede decir que el amor precede a la palabra. Pero el amor está al mismo tiempo arraigado en nuestro sermental,ennuestromito,loqueevidentementesuponeellenguaje,ysepuededecirqueelamor procede de la palabra. El amor a la vez procede dela palabra y precede a la palabra. Y es, además, un problema bastante interesante, puestoquehayculturasdondenosehabladeamor.¿Esque,enestas culturas donde no se habla de amor, donde no ha emergido el amor en cuanto noción, verdaderamente no existe el amor? O bien ¿es que suexistencia depende de lo no dicho?

LaRochefoucaulddecí­aque,sinohubierahabidonovelasdeamor, el amor serí­a desconocido. Entonces, ¿es que la literatura es constitutiva del amor, o es que ella simplemente lo cataliza y lo vuelve visible, sensible y activo? De cualquier forma, esen la palabra donde se expresan a la vez la verdad, la ilusión, el engaño que pueden rodearo constituir el amor.

El hecho de decir que el amor es un complejo necesita una mirada poliocular. Los constituyentes del amor preceden a su misma constitución. Así­, se puede ver el origen del amor enla vida animal. Podemos hacer proyecciones antropomórficas,aunque desconfiemos de ellas, sobre los sentimientos animales; también hay que desconfiar de esta desconfianza. Ante el afecto de un perro, decimos: «Ah, qué gracioso es, que cariñoso!» Esta proyección antropomórfica que hacemos hacia el «perro-perro» es más verdadera que otro tipo de proyección que fuera mecánica, del tipo del animal-máquina de Descartes, que llevarí­a a decir:«Estoesunamáquinaque reaccionaalosestí­mulos».¿Yporqué está justificado? Porque nosotros mismos somos mamí­feros evolucionados y sabemos quela afectividad se desarrolló en los mamí­feros, entreelloselperro.

Hay,pues,unafuenteanimalincontestableenelamor.Pensemosenesasparejasdepájarosque se llaman «inseparables», que pasan sutiempo besuqueándose de manera casi obsesiva. ¿Cómo no ver ahí­ el cumplimiento de una de las potencialidades de estarelación tan intensa, tan simbiótica, entre dos seres de sexo diferente, que no pueden impedir el darse sin cesar encantadores besitos?

Pero,enlosmamí­feros,hayalgomás:elcalor.Selesllama animales que «sangre caliente». Hay algo térmico en el pelo, y sobre todo en esa relación fundamental: el niño, el recién nacido mamí­fero sale prematuramente a un mundo frí­o.

Naceenlaseparación,pero,enlos primeros tiempos, vive en cálida unión con la madre. La unión en la separación, la separación en la unión,no ya entre madre y progenitura, sino entre hombre y mujer, es lo que va a caracterizar el amor. Y la relación afectiva, intensa, infantil con la madre va a metamorfosearse, prolongarse, extenderse entre los primates y los humanos.

La hominización ha conservado y desarrollado en el adulto humano la intensidad de la afectividad infantilyjuvenil.Losmamí­ferospuedenexpresarestaafectividadenlamirada,laboca,lalengua,el sonido. Todo lo que viene de la bocaesya algo que habla de amor antesde todo lenguaje: la madre que lame a su hijo, el perro que lame la mano; esto expresa ya lo que va a aparecer y expandirse en el mundo humano: el beso.

Ahí­ está el enraizamiento animal, mamí­fero, del amor.

¿Qué nos aporta la hominización y qué marca biológicamente alhomo sapiens?

Ante todo, esla permanencia delaatracciónsexualenlamujeryen el hombre. Mientras que en los primates aún existen perí­odos nosexuados, separados por el perí­odo de celo, ese momento en que la hembra se vuelve atractiva, en la humanidad seda una permanente atracción sexual. Además, la humanidadefectúaelcaraacaraamoroso,mientrasque,entrelosotrosprimates,elapareamientose hace por detrás. La pelí­culaLa guerra del fuego expresó con gracia la aparición del amor cara a cara. Desde entonces, el rostro va a jugar un papel extraordinario.

El último elemento que aporta la hominizacióneslaintensidad del coito, yno sóloenelhombresino también en la mujer.

En fin, enhomo sapiens,desdelassociedadesarcaicas,vanallegarlosúltimosydecisivos ingredientes necesarios para el amor entre dos seres:sonlosestadossegundosdeexaltación,fascinación, posesión, éxtasis, que suscitan la absorción de drogas o bebidas fermentadas, la participación en fiestas, ceremonias, ritos sagrados. Son al mismo tiempo las veneraciones y adoraciones de personajes mitológicos divinizados.

Tenemos así­ los ingredientes fí­sicos, biológicos,antropológicos,mitológicosquevanareunirsey cristalizar en amor.

¿Cuándo? Se puede obtener una hipótesis seductorade la propuesta de Jaynes, autor del libroEl origen de la conciencia y la ruptura del espí­ritu bicameral. Su tesis es la siguiente: en los imperios de la Antigí¼edad, el espí­ritu humano es bicameral. No es sólo que haya dos hemisferios en el cerebro, hay dos cámaras. La primera estáocupada por los dioses, el rey-dios, lossacerdotes, el imperio, las órdenes que vienen de arriba. La persona obedece como un zombi atodo lo que está decretado, porque todo lo que vienedelacúspidedelasociedadesdenaturalezadivinaysagrado.Lasegundacámaraestáocupada por la vida privada: uno se dedica a sus asuntos, intenta sobrevivir, tiene relaciones afectuosas con sus hijos, yrelaciones afectivas, sexuales, con su mujer.Pero lasdoscosas están separadas, y lo sagrado, lo religioso, está concentrado en una sola cámara.

La irrupción de la conciencia aparece en la Atenasdel siglo V, donde se abre la comunicación entre las dos cámaras: cesa la hipersacralidaddelaprimeracámara,lomismo que la trivialidad de la segunda. Entonces, la sacralidad va a poder precipitarse y fijarse en un ser individual: el ser amado.

El amor va a aparecer y ser tratado como tal, en una civilización donde el individuo se autonomiza y se expande. Todo lo que viene de lo sagrado, el culto, la adoración puedeentonces proyectarse sobre un individuo de carne, que va a ser el objeto de la fijaciónamorosa.Elamoradquierefiguraenelencuentrode losagradoyloprofano,delomitológicoylosexual.Cadavezmásseráposibletenerlaexperiencia mí­stica, extática, la experiencia delculto,delodivino,atravésdela relación de amor con otro individuo.

En el momento en que llega el deseo, los seressexuados se ven sometidos a una doble posesión que viene de mucho máslejos que ellos y que los sobrepasa. El ciclo de reproducción genética,quenos invade por el sexo, es a la vez algo que nos posee súbitamente y que nosotros poseemos: el deseo. Es la primera posesión.

La otra posesión es la que nace delo sagrado, lo divino, lo religioso. La posesión fí­sica que viene de lavidasexualseencuentraconlaposesiónpsí­quicaquevienedelavidamitológica.Ahí­estáelproblema

delamor:estamosdoblementeposeí­dosyposeemosaquelloquenosposee,considerándolofí­sicay mí­ticamente como un bien propio.

La cuestión de la salvajez del deseo y de la fascinación del amor se plantea con respecto al orden social. Las sociedades animales no tienen instituciones pero obedecen a reglas. Por ejemplo: los machos dominantes acaparan la mayor parte de las hembras y los demás machos quedan excluidos de la copulación. Todo esto depende de reglas jerárquicas, pero no hay ninguna regla institucional. La humanidad crea lasinstituciones, instituye la exogamia, las reglas de parentesco, prescribe el matrimonio, prohí­be el adulterio. Pero es preciso señalar cómo el deseo y elamor sobrepasan, transgreden normas, reglasyprohibiciones:obienelamoresdemasiadoendógamo,yllegaaserincestuoso, o bien es demasiadoexógamo,yllegaaseryaadulterino,yatraidoralgrupo,alclan,alapatria.Lasalvajezdel amor lo lleva ya sea a la clandestinidad, ya a la transgresión.

Aunquedependientedeunaexpansiónculturaly social,elamor noobedecealordensocial:desde que aparece, ignora esas barreras, se estrella contra ellas, o las rompe. Es un «hijo bohemio».

Porlodemás,loqueesinteresanteenlacivilizaciónoccidental,eslaseparación,queaveceses una disyunción, entre el amor vivido como mito y el amor vivido como deseo.

Necesitamospercibir esta bipolaridad: por un lado,el amor espiritualexaltadoquetienemiedo precisamente a degradarse en el contacto carnal y,por otro lado,una «bestialidad» que podrá hallar su propia sacralidad en esa parte maldita asumida por la prostituta. La bipolaridad del amor, si bien puede desgarrar al individuo entre amor sublime y deseo infame, puede hallarse también en diálogo, en comunicación: hay momentos felices en los que la plenitud del cuerpo y la plenitud del alma se encuentran.

Y el verdadero amor se reconoce en que sobrevive al coito, mientras que el deseo sin amor se disuelve en la famosa tristeza poscoital:Homo tristis post coitum. Quien es sujeto del amor es felix post coitum.

Comotodoloqueestávivoytodoloqueeshumano,elamorestásometidoalsegundoprincipiode la termodinámica, que es un principiodedegradaciónydesintegraciónuniversal.Perolosseresvivosviven de su propia desintegración combatiéndola mediante la regeneración.

¿Qué es vivir?

Heráclito decí­a: «Morir de vida,vivirdemuerte».Nuestrasmoléculassedegradanymueren,yson reemplazadasporotras.Vivimosutilizandoelprocesodenuestradescomposiciónpararejuvenecernos,

hastaelmomentoenqueyanopodemosmás.Leocurrelomismoalamor,quenovivemásque renaciendo sin cesar.

Lo sublime se da siempre en el estado naciente delenamoramiento.FrancescoAlberoniloexplicó bienen sulibroEnamoramiento y amor.Elamoreslaregeneraciónpermanentedelamornaciente.Todolo que se instituye en la sociedad,todo lo que se instala en la vida comienza a soportar fuerzas de desintegración o de insipidez. En el amor, el problema del apego esa menudo trágico, porque el apego se ahonda a menudo en detrimento del deseo.

Algunos etólogos, tras haber señalado que el hijo adulto de la chimpancé no copulaba con su madre, que no habí­a atracción sexual entre ellos, han pensado que la inhibición de la pulsión genital provení­a sin duda del prolongado apego madre-hijo.Un apego prolongado y constante hace más í­ntimo el lazo, pero tiendeadesintegrarlafuerzadeldeseo,queserí­amásbienexógama,vueltahacialodesconocido,hacia lo nuevo.

Sepuedepreguntarsielprolongadoapegodelapareja,quelaconsolida,quelaarraiga,quecrea unafectoprofundo,notiendeadestruirdehecholoquehabí­aaportadoelamorenestadonaciente.Pero el amor es como la vida, paradójico; puede haber amoresque duren, de la misma manera que dura la vida. Vivimosdemuerte,morimosdevida.Elamordeberí­a,potencialmente,poder regenerarse,operarensí­ mismounadialógicaentrelaprosaqueseesparceenlavidacotidiana,ylapoesí­aqueledasaviaala vida cotidiana.

Es digno de destacar cómo la unión de lo mitológicoy lo fí­sico se opera en el rostro. En la mirada amorosa hayalgo que uno sesiente inclinado a describir en términos magnéticos o eléctricos, algo que depende de la fascinación,a veces tan aterrador comola fascinación de la boa sobre el pollo, pero que puede serrecí­proca.Yenesosojosportadoresdeunaespeciedepodermagnético subyugador, ha puesto la mitologí­a humana una de las localizaciones del alma.

¡Lomismopasaconlaboca!Labocanoessóloloquecome,absorbe,da(salivar/lamer),es también la ví­a de paso del aliento, que corresponde a una concepción antropológica del alma. El beso en la boca, que ha popularizado y mundializado Occidente, concentra y concreta el encuentro inaudito de todas laspotenciasbiológicas,eróticas,mitológicas de la boca. Por un lado, el beso que es unanálogon dela unión fí­sica, por otro, la fusión de dos alientos que es una fusión de las almas.

La boca se convierte en algo del todoextraordinario, abierta a lo mitológico ya lo fisiológico. No olvidemosque esta boca habla, yuna cosamuybella,quelas palabras de amorvan seguidasde silencios de amor.

Nuestro rostro permite, así­, cristalizar en sí­ todos los componentesdel amor. De ahí­ el papel, desde la aparición del cine, de la magnificación por medio del primer plano del rostro, que concentra en sí­ la totalidad del amor.

¿Cómo considerar el complejo deamor? La categorí­a de lo sagrado, lo religioso, lo mí­tico y el misterio ha entrado en el amor individual y allí­ ha arraigado en lo más hondo. Existe una razón frí­a, racionalista,crí­tica,nacidadelsiglodelasLuces,queengendraelescepticismocomoantetodareligión. De hecho, la frí­a razón tiende no sólo a disolver el amor, sino también a considerarlo como ilusión y locura. Por el contrario, en la concepción romántica, el amor se convierte en la verdad del ser. ¿Hay una razón amorosa como hay una razón dialéctica, que supera las limitaciones de la razón helada?

Desde el ángulo de la frí­a razón, el mito se ha considerado siempre como un epifenómeno superficial e ilusorio. Para el siglo XVIII, la religión era una invención de los sacerdotes, una supercherí­a para engatusar a los pueblos. Ese siglo no comprendí­alas raí­ces profundas de la necesidad religiosa y sobre todo de la necesidad de salvación.

Soy de los que creen en laprofundidad antroposocial delmito, es decir, en su realidad. Diré incluso quenuestrarealidadtienesiempreuncomponentemitológico.Yañadiréqueentrehomo sapiens y homo demens,lalocuraylasabidurí­a,nohayunafrontera neta.Nosabemoscuándose pasa de uno a otro, y además pueden volverse del revés: así­, por ejemplo, una vida racional es una pura locura. Esuna vida que se ocuparí­a únicamente de economizarsu tiempo, de no salir cuando hace mal tiempo, de querer vivir el mayortiempoposible,sin cometerexcesosalimenticios,niexcesosamorosos. Empujar la razón hasta sus lí­mites desemboca en el delirio.

Entonces, ¿qué es el amor?

Es el culmen de la uniónentre la locura y la sabidurí­a. ¿Cómo desenredar esto? Es evidente que es elproblemaqueafrontamosennuestravidayquenohayningunaclavequepermitaencontraruna solución exterior o superior. El amor conlleva precisamente esa contradicción fundamental, esa copresencia de la locura y la sabidurí­a.

Acerca del amor diré lo que digo en general acerca del mito. Desde que un mito es reconocido como tal, deja de serlo. Hemos llegado a ese punto de la conciencia donde nos damos cuenta de que los mitos son mitos. Pero al mismo tiempo advertimos que no podemos prescindir de los mitos. No podemos vivir sin mitos,yentrelos«mitos»incluirélacreenciaenelamor,queesunodelosmásnoblesymáspoderosos,y quizá el único mito al que deberí­amos adherimos. Y nosóloelamorinterindividual,sinoenunsentido muchomásamplio,porsupuestosinhacersombraalamorindividual.Enefecto,tenemoselproblemade la convivencia con nuestros mitos, es decir, no una relación de compromiso, sinounarelacióncomplejade diálogo, antagonismo y aceptación

El amor plantea a su modo el problema de la apuestadePascal,quienhabí­a comprendido que no hay ningún medio de probar lógicamente la existencia de Dios. No podemos probar empí­ricamente y lógicamente la necesidad del amor. No podemos más que apostar por y para el amor. Adoptar con nuestro mito de amor la actitud de la apuesta es ser capaces de entregarnos a él, dialogando con él de manera crí­tica.Elamorformapartedelapoesí­adelavida.Debemos,pues,vivirestapoesí­a,quenopuede abarcar toda la vida porque, si todo fuera poesí­a, no serí­a más que prosa.Lo mismo que hace falta sufrir para saber lo que es la felicidad, es necesaria la prosa para que haya poesí­a.

Enlaideadeapuestaesprecisosaberqueexisteelriesgodelerrorontológico,elriesgodela ilusión. Es preciso saber que lo absoluto es al mismo tiempo lo incierto. Deberí­amos saber que, en un momentodado,comprometemosnuestravida,otrasvidas,muchasvecessinsaberloysinquererlo.El amor es un riesgo terrible, porque enél no essólo uno mismo quien se compromete. Comprometemos a la persona amada, comprometemos también a quienes nosaman sin que los amemos, y quienes la aman sin queellalosame.

Pero, como decí­a Platón sobre la inmortalidad del alma, es correr un bello riesgo. El amor es un mito bellí­simo. Es evidente que está condenado a la errancia y a la incertidumbre: «¿Me va bien a mí­? ¿Le va bien a ella? ¿Nos va bien?»

¿Tenemosrespuestaabsolutaaestapregunta?Elamorpuedeirdelafulminaciónaladeriva. Posee en sí­ el sentimiento de verdad,peroelsentimientodeverdadestáenelorigendenuestrosmás graveserrores. ¡Cuántos desdichadosydesdichadasseilusionaronconla«mujerdesuvida»oel «hombre de su vida»!

Pero nada es más pobre que una verdad sin sentimiento de verdad. Constatamos la verdad de que dos y dosson cuatro, constatamos la verdad de queesta mesa es una mesa, y no una caja, pero no tenemos el sentimiento de la verdadde esa proposición. Sólo tenemos la intelección. Ahora bien, es cierto que, sin sentimiento de verdad no hayverdad vivida. Pero precisamente loque es origen dela verdad más grande, es al mismo tiempo elorigendelmayorerror.

Poreso el amor es acasonuestrareligiónmás verdaderayalaveznuestramásverdadera enfermedadmental.Oscilamosentreesosdospolos,tan realunocomootro.Pero,enestaoscilación,lo extraordinario es que nuestra verdad personal nos la revela y aporta el otro. Al mismo tiempo, el amor nos hace descubrir la verdad del otro.

La autenticidad del amor no está sólo en proyectar nuestra verdad sobre el otro, para finalmente no verlo más que través de nuestros ojos,estáendejarnoscontaminar por la verdad delotro.Nohayqueser comoesoscreyentesqueencuentranloquebuscanporqueproyectanlarespuestaqueesperan.Yahí­ estátambiénlatragedia:llevamosennosotrostalnecesidaddeamorqueavecesunencuentroenun buen momento -acaso en un mal momento- desencadena el proceso de la fulminación, la fascinación.

En ese momento, proyectamos sobre otro esta necesidad de amor, la fijamos, la endurecemos, e ignoramos al otro que se convierte en nuestra imagen, nuestro tótem.Lo ignoramos creyendo adorarlo. Ahí­ está,enefecto,unadelastragediasdelamor:laincomprensióndesí­ydelotro.Perolabellezadelamor eslainterpenetracióndelaverdaddelotroensí­,deladesí­enelotro,eshallarlapropiaverdadatravés de la alteridad.

Concluyo.Lacuestióndelamorserecapitulaenesta posesión recí­proca:poseer lo que nos posee. Somosindividuosproducidosporprocesosquenosprecedieron;estamosposeí­dosporcosasquenos sobrepasan yque irán más allá de nosotros, pero, en cierto modo, somos capaces de poseerlas.

vidas.

Siempreypordoquier,ladobleposesiónconstituyelatramaylaexperienciamismadenuestras

TerminaréaplicandoalabúsquedadelamorlafórmuladeRimbaud,ladelabúsquedadeuna

verdad que esté a la vez en un alma y en un cuerpo.

Nota: «Le complexe d'amour» fue publicado como primer capí­tulo de un bello librito titulado Amour, poésie, sagesse

(Paris,í‰ditionsduSeuil,1997:13-36).Agradecemosalautorsugentilautorizaciónparalapresentetraducciónypublicación. Traducido por Pedro GómezGarcí­a.

Edgar Morin. Director honorario de investigaciones del CNRS. Parí­s, Francia.

[1] José Martí­. "Drama 'Adúltera". Primera versión. Madrid 1872. Zaragoza 1874.OC. 18:48-49

[2]En otra publicación se hará un anális de dicha carta.