Todo lo que las fuerzas armadas de Estados Unidos están haciendo de naturaleza estratégica, está dirigido hacia Rusia. En su discurso a la conferencia anual de la Asociación del Ejército de EU, el pasado 6 de octubre, el Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de EU, general Joseph Dunford, dio un informe preliminar del nuevo documento sobre Estrategia Miliar Nacional, un documento que hasta ahora había sido siempre un documento público, y que desde ahora será clasificado comos secreto. Entre otras cosas, Dunford dijo que el documento reevaluará lo que constituye una guerra. Esto está dirigido directamente a Rusia, que ha sido acusada de acciones en Ucrania que son semejantes a acciones de guerra en su intención, pero que no caen dentro de los límites de una acción de guerra efectivamente. Según el periódico especializado en noticias del Pentágono, Defense News, Dunford alegó que Moscú procura específicamente socavar la capacidad de Estados Unidos para proyectar poderío y "la credibilidad de nuestras alianzas" porque esas dos capacidades representan los "centros de gravedad" de donde sacan su fortaleza las fueras armadas de Estados Unidos.
Al mismo tiempo que Dunford explicaba la "reevaluación" la noción de guerra, La Administración Nacional de Seguridad Nuclear (NNSA, por sus siglas en inglés), la cual supervisa a las empresas que producen armas nucleares, anunciaba que el mes pasado había conducido dos pruebas de la bomba nuclear B61. Las dos pruebas se realizaron con bombarderos B-2 que lanzaron versiones simuladas de la bomba de gravedad B61. La declaración de la NNSA no dice nada sobre Rusia, por supuesto, pero el anuncio público de las dos pruebas se da en la atmósfera actual que resulta de la política de confrontación de Estados Unidos contra Rusia.
Luego el 7 de octubre, el subsecretario de Defensa, Robert Work, estuvo en Helsinki, Finlandia, donde se la pasó agitando los temores entre todas las naciones nórdicas y de la región del Báltico, por la inexistente "agresión" rusa en la región. El día anterior a su llegada, los gobiernos finés y estonio acusaron a Rusia de violar sus espacios aéreos con aviones de combate que volaron sobre el Mar Báltico.