09/May/2024
Editoriales

Los buenos deseos de Año Nuevo

Ya falta solo una semana para que se acabe enero. El año anterior se fue volando y éste va más rápido, pues febrero es breve y luego de la primera ‘catorcena’ comenzará a olfatearse la Semana Santa.

 

Escribí a mi amigo secreto, es decir a yomero, una carta de buenos deseos para 2023. La inicié con la salud, que lleva mano siempre y más ahora que abundan enfermedades pandémicas, cardiovasculares, cancerígenas, y varios etcéteras más. 

 

El segundo punto parece ser el primero porque es demasiado importante y depende solo de nosotros mismos, pues los humanos somos tal como es nuestro comportamiento. 

 

Así que el listado contiene cómo debo comportarme, y hacia dónde encaminaré mis esfuerzos para vivir feliz.

 

Porque algunas veces lo que pensamos que es bueno, resulta malo, y otras al revés, además conforme avanza el tiempo cambian las circunstancias, y la calificación que le damos a las mismas cosas es contradictoria.

 

Deberíamos tener siempre el mismo interés por las mismas cosas. Pero los humanos somos cambiantes; algunos de nuestros sueños dorados de juventud son ahora frivolidades, relavados por el tiempo descubrimos que muchos solo estaban forrados de oropel, que sus brillos y luces se opacaron con la pátina del tiempo. 

 

Algo que antes no existía, o no era importante, hoy es la novedad y encabeza nuestras prioridades, y todo lo demás cabe en la posdata de la carta de buenos deseos. 

 

Un nuevo año es pretexto para planear hacia dónde deseamos enderezar nuestro destino. Así las cosas, va mi carta de buenos deseos para este 2013:

 

—Cuidaré mi salud. Querré más a mi cuerpo, que me permite vivir en él; lo alimentaré bien y ejercitaré (un poco).

 

—Mejoraré mi carácter, tolerando a quienes se equivocan o me caen mal (a casi todos). En el primer grupo me encuentro yo mismo en demasiadas ocasiones, y estoy en el segundo de muchas personas conocidas.

 

—Perdonaré a algunos que me han ofendido. Revisaré realmente el daño que me causaron, pues tal vez actuaron tal como son y no como yo quise que fueran. Y si me siguen ofendiendo, les dejaré de hablar y punto.

 

 —Veré lo positivo en cada fracaso que sufra. Por dramática que sea una caída, al menos sacaré de bueno la experiencia de no volver a hacer lo mismo. Recordaré el aforismo de que “No hay mal que por bien no venga”.

 

—Trabajaré menos y disfrutaré más. Ya basta de repetirme que mi mayor disfrute es el trabajo. Mis labores pueden ser realizadas por otro, pero nadie vivirá mi vida.

 

—Reiré abiertamente cuando sienta ganas. Lo mismo haré cuando quiera llorar. Las emociones reprimidas son malas y ya basta de pensar en el qué dirán, al cabo que todo mundo sabe cómo me siento con solo mirarme.

 

—Admitiré pública y privadamente mis errores. Son tan pocas las oportunidades que la vida nos da para adquirir dosis de humildad, que ignorarlas es un desperdicio.

 

—Viviré cada uno de los días de este nuevo año como si fuera el 31 de diciembre. De esta manera, si llega el último de mi vida será un buen día.

 

—Escribiré un poema cada mes. No importa su calidad artística, sino la revitalización de mi espíritu al expresarme.

 

—Incrementaré el monto de limosnas y ayudas que normalmente doy. Viéndolo con egoísmo, así me libraré del sentimiento de culpabilidad cuando consuma artículos de lujo.

 

—Ingeriré menos alimentos. Iré con un nutriólogo para disminuir la ingesta de los sabrosos antojitos mexicanos y postres.

 

—Me liberaré del odio, o sea que me sacudiré del miedo, pues este es producto de aquel. Ya entiendo que odiar a una persona es tanto como quemar una casa para eliminar una simple rata.

 

—Ya no caeré en mis dos clásicos errores: Corregir a las personas cuando traiga cólera, y guardar un sentimiento silencioso sin desahogarme.

 

—Sabré envejecer dignamente. Esa es la obra maestra de la sabiduría y uno de los capítulos más difíciles en el libro del sublime arte de vivir.

 

—Influiré positivamente en los que me rodean. Sé que aun la más humilde de las personas ejerce alguna influencia, ora sea buena o mala sobre las demás.

 

—Me acercaré a lo bueno aunque no me sorprenda, pues todo lo que es sorprendente y bello no siempre es bueno, en cambio todo lo bueno, siempre es bello.

 

—Buscaré estar cerca de las personas sinceras, pues de todos los males que pululan en el mundo, la falta de sinceridad es lo más peligroso que existe.

 

—No dependeré del éxito. Si llega, qué bueno. Si no, no importa, porque el éxito nos muestra solo un lado del mundo, pero el fracaso, el otro. He sido demasiado exigente conmigo. Ya aprendí que no siempre se obtiene el éxito, y se puede ser feliz sin él. Muchas veces los números dos, tres, y cuatro son mejores que el uno.

 

—El último deseo es el primero: Estar más cerca de Dios y de mi familia. Inflamaré mi espíritu con los mejores sentimientos, que es mucho más que un apoyo en los momentos difíciles: es amar la vida.