27/Apr/2024
Editoriales

El Papa que no quería serlo

La política en la Iglesia Católica es de alta escuela. Sin embargo, existen antecedentes de choques entre los propios cardenales, como el que se daba cuando en julio 5 de 1294, once cardenales estaban en cónclave –llevaban dos años y no se ponían de acuerdo para determinar el nombre del nuevo papa -el papa número 192-. Como la Iglesia no podía estar tanto tiempo sin pontífice, alguien propuso y se decidieron por un monje ermitaño de nombre Pietro Angeleri.

Este santo señor tenía 84 años, vivía cerca de L’Aquila, Italia (aquella ciudad que sufrió en 2009 un terrible terremoto) y con fama de buena persona. Para poder tomar esa determinación, el cardenal Latino Malabranca inventó que Cristo se le había aparecido y le había dicho que si no elegían inmediatamente un papa, sobre la humanidad caería un castigo mayor, así que ya presionados por semejante versión, rápidamente coincidieron en el nombramiento del ermitaño Pietro, quien se llamaría formalmente Celestino V. una vez tomada la decisión, una delegación de cardenales y clérigos fueron a escalar el monte para comunicarle la noticia al eremita. Y sin mayores explicaciones, al llegar le preguntaron: ¿Aceptas ser el sucesor de Pedro, la Cabeza visible de la Iglesia, el Patriarca de occidente y Obispo de Roma?. Pietro se desmayó del susto, y cuando se recuperó trató de escapar, pero no se lo permitieron. Así que no tuvo más remedio que aceptar, sin embargo, cinco meses después, Celestino V dimitió, pasando a la historia como “el papa del gran rechazo”. La historia de la Iglesia Católica es apasionante, leer la vida de cada papa es -además de entretenida y con alto grado de cultura- ilustra las etapas que la humanidad ha vivido, pues dos milenios es buen tiempo para entender un poco quiénes y cómo somos los seres humanos.