WASHINGTON - El nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha asegurado que cumplirá sus promesas electorales y sabe que se le juzgará en función de si puede revocar la ley conocida como Obamacare y sustituirla por algo nuevo.
La Casa Blanca ha chocado con el escepticismo de conservadores y moderados por igual y estudia cambios en una propuesta de ley que pueda tranquilizar a los conservadores. Todo forma parte de un esfuerzo de ganar apoyos para aprobar la semana que viene en la Cámara de Representantes la ley de seguro médico respaldada por los republicanos.
Trump, que no está familiarizado con la redacción de iniciativas legislativas, ha indicado que está abierto a negociar en su primer intento de trabajar con el Congreso.
"La Cámara de Representantes ha presentado un plan para revocar y sustituir Obamacare, basado en los principios que esbocé en mi discurso ante el pleno del Congreso, pero déjenme decirles que ustedes van a arbitrar, todos nos reuniremos, vamos a resolver algo", dijo Trump el miércoles en un mitin por la noche en Nashville, donde sus seguidores alzaron carteles con el mensaje "Promesas hechas, promesas cumplidas".
Trump se ha centrado en cumplir su promesa de "revocar y reemplazar" y probablemente será flexible en los detalles que enfrentan a los republicanos conservadores y moderados en la disputa, según dijo una persona familiarizada con la opinión del presidente y que habló bajo condición de anonimato para comentar conversaciones privadas.
En declaraciones a la prensa en el Air Force One tras su mitin del miércoles, Trump dijo que esperaba conseguir la aprobación de una ley sanitaria y añadió que "va a mezclarse todo y vamos a idear algo. Siempre lo hacemos".
Esa estrategia refleja el gran interés de la Casa Blanca por impulsar el plan. Trump hizo de revocar y reemplazar la ley de seguro médico de su predecesor una de sus principales promesas electorales, aunque ha admitido que le sorprendió descubrir las complejidades de la tarea.
La perspectiva de que no consiga aprobar una ley pese a tener mayorías en ambas cámaras supondría un golpe devastador para los republicanos y para una de las premisas de su gobierno: que es el negociador que necesitaba el país.
Aun así, Trump sigue insistiendo en que la ley no está acabada y el miércoles dijo a Fox News que "Nos ocuparemos de nuestra gente o no la firmo... Esto es muy preliminar".
Esas afirmaciones también han causado algo de nerviosismo entre sus aliados sobre que el presidente pueda estar más interesado en llegar a un acuerdo que en aprobar la ley tal y como la redactó el presidente de la cámara baja, Paul Ryan.
Un duro análisis independiente de la propuesta de ley ha subrayado los riesgos políticos que supone para algunos republicanos moderados. Es un riesgo que es improbable que tomen sin un compromiso del presidente.
La Casa Blanca intentó calmar sus temores esta semana con una ofensiva en prensa. Trump defendió la iniciativa en su mitin, afirmando que "la legislación de la Cámara hace mucho por vosotros".
"Con la ley que firmaré finalmente -y será una ley en la que podrá participar todo el mundo y vamos a conseguirlo-, vamos a librarnos de Obamacare y mejorar la atención sanitaria para vosotros y vuestras familias", añadió Trump.
La Casa Blanca trabaja de forma activa con congresistas y líderes de las cámaras para impulsar la ley, indicó el miércoles un alto cargo del gobierno. El funcionario dijo que Trump está muy comprometido con el proyecto, señalando que recuerda a menudo a los legisladores republicanos que todos hicieron campaña basada en revocar y reemplazar la ley actual.
La misión de los líderes republicanos de encontrar el equilibrio con un texto que convenza a republicanos conservadores y moderados está resultando difícil. Los republicanos tienen un margen de 44 escaños en la Cámara con cinco puestos vacantes, lo que implica que si todos los demócratas se oponen a la medida, como se espera, los republicanos podrían perder 21 votos y aun así aprobar la propuesta.
La Oficina Presupuestaria del Congreso, que no está alineada con ningún partido, concluyó que 14 millones de personas perderían su cobertura sanitaria en el primer año de implantación de la ley, una cifra que aumentaría a 24 millones de personas para 2026. Esa cifra presionó a los republicanos moderados, que temen verse acusados en las elecciones de media legislatura de 2018 de haber despojado a los ciudadanos de su seguro médico.
Después de que la Oficina Presupuestaria publicara sus hallazgos, representantes republicanos como Ileana Ros-Lehtinen, de Florida, y Leonard Lance, de Nueva Jersey, dijeron que no podían apoyar la propuesta tal como se había redactado porque dejaría a demasiada gente sin cobertura y les preocupaba que no pasara una votación en el Senado.
Sin embargo, los republicanos podrían enojar a los conservadores si intentan hacer cambios para ganarse a los moderados. La Casa Blanca ha estado cortejando a unos 40 representantes conservadores que forman parte del grupo Freedom Caucus y han expresado objeciones al empleo de créditos fiscales en la propuesta, algo que consideran otra prerrogativa del gobierno, y el calendario para limitar la expansión de Medicaid a los estados.
El representante republicano Mark Meadows, de Carolina del Norte, que preside el conservador Freedom Caucus que ha pedido cambios en el proyecto, dijo que en contra de los que afirman los líderes republicanos sobre que Trump ayudó a redactar la ley y la apoya plenamente, el presidente está abierto a hacer cambios.
"Creo que espera que se hagan enmiendas para mejorarla", dijo Meadows, afirmando que ha trabajado directamente con el gobierno y no con la cúpula republicana en el Congreso.
Meadows y el senador Ted Cruz, republicano por Texas, coescribieron una columna de opinión en The Wall Street Journal publicada el miércoles en internet, en la que enumeraban pasos a tomar para revocar la ley sanitaria.
Sin embargo, los republicanos no esperan que se hagan cambios sustanciales al texto antes de que llegue a la Cámara de Representantes la semana que viene.
"No creo que haya margen suficiente para que deje de lado a Ryan y llegue a su propio acuerdo porque la ley está en una cuerda floja", dijo el exrepresentante por Nueva York Thomas Reynolds, cabildero republicano. "No hay mucho margen. Podrían hacer algunos ajustes, pero es más un ajuste de cómo reunir" suficientes votos para aprobar la propuesta.