En su primera cumbre del G20, el presidente estadounidense, Donald Trump, pareció sin sintonía con los aliados tradicionales de su país, luchando para demostrar que sus estrategias poco ortodoxas hacia China y Rusia pueden dar frutos.
En un momento de la cumbre, celebrada en la ciudad alemana de Hamburgo, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, y la canciller alemana, Angela Merkel, fueron vistos intercambiando una mirada de complicidad mientras la de Trump cambiaba de dirección.
Lo que iba a ser una disertación sobre el papel de las mujeres en el mundo de los negocios se convirtió en un monólogo sobre los méritos de su hija mayor, Ivanka, quien lo acompañó al evento, y sus fallos como padre.
A pocos metros de él, las sonrisas nerviosas de Merkel y Trudeau reflejaron la confusión reinante entre sus pares sobre la manera de entender al septuagenario millonario, novato en política.
En Varsovia, la primera parada de su viaje de cuatro días a Europa, Trump intentó reafirmar sus ambiciones de dirigir el mundo libre.
También se acercó a sus aliados al confirmar su apoyo a la cláusula de defensa mutua de la OTAN, satisfaciendo las peticiones de aclarar su posición respecto a la alianza atlántica.
- Reclamación agitada -
Como un rey montado solo delante de su caballería, Trump cargó contra el terrorismo y la burocracia, que definió como amenazas contra la civilización cristiana.
Asimismo, pintó la imagen de un Occidente enfrentado a desafíos existenciales. "La cuestión fundamental de nuestra época es si Occidente tiene la voluntad de sobrevivir", apuntó.
"El gran riesgo", según Thomas Wright, de la Brookings Institution, es que las observaciones de Trump "comienzan a dividir a Europa entre viejo y nuevo, o entre aquellos que no gustan de él ni de su mensaje y aquellos que sí".
Pero su pretensión de ser el guardián de los valores occidentales fracasó de nuevo en una rueda de prensa, cuando atacó la libertad de prensa y minimizó la interferencia de Rusia en las elecciones de Estados Unidos el año pasado.
Una vez en Hamburgo, Trump pareció aún más aislado.
Como prueba, la declaración final adoptada tras dos días de cumbre llevó la marca de las diferencias entre el nuevo Gobierno estadounidense y el resto del mundo, en particular en la lucha contra el cambio climático: 19 líderes estaban a favor y sólo uno en contra, Trump.
"Lograr que 20 de tus amigos se pongan de acuerdo sobre dónde ir a cenar juntos es realmente difícil", dijo Gary Cohn, uno de los principales asesores económicos del mandatario, rechazando la idea de aislamiento de Estados Unidos.
- "Avanzar" con Moscú -
Los esfuerzos presidenciales para reconfigurar las relaciones con sus rivales internacionales tampoco han tenido éxito.
Durante su primera reunión con el presidente ruso, Vladimir Putin, que duró más de dos horas el viernes, Trump acordó dejar en el pasado la interferencia de Moscú en las elecciones de Estados Unidos el año pasado, una enorme concesión para el Kremlin.
"Es el momento de movernos para avanzar trabajando constructivamente con Rusia", tuiteó Trump el domingo por la mañana, de regreso en Washington.
Por su parte, Putin expresó confianza el sábado en un renacimiento de la relación ruso-estadounidense.
Los dos países acordaron el viernes en Amán un alto el fuego el domingo en Siria, cuyo régimen cuenta con el respaldo de Rusia. í‰sta no es la primera vez que se decidió una pausa en los combates, pero las precedentes jamás perduraron.
Otra prioridad para el presidente de Estados Unidos es Corea del Norte. A pesar de varias semanas de presión pública y de tuits mordaces a China, no logró ningún progreso.
Sentado en el otro extremo de la mesa en Hamburgo, el presidente de China, Xi Jinping, no mostró ninguna intención de sancionar a su vecino y aliado por continuar con sus programas nucleares y de misiles balísticos.
"Quizás tomará más tiempo de lo que nos gustaría a mí o a usted, pero al final lo conseguiremos de una manera u otra", dijo el sábado en el inicio de una reunión con Xi.
Con su dura línea ideológica y su diplomacia que no es coherente con su retórica de "ganador", su segunda visita al extranjero dejó a su lema "Estados Unidos primero" en riesgo de convertirse en "Estados Unidos aislado".