18/May/2024
Editoriales

El riesgo de hablar mucho

En la última reunión binacional México – Estados Unidos, entre López Obrador y Joe Biden, se advirtió cierta frialdad del norteamericano frente al nuestro desde el largo tiempo que ocupó AMLO en su discurso, y más cuando habló de China como ‘la fábrica del mundo’.

Ante esto, Biden expresó muy serio que Estados Unidos produce más alimentos que China, contradiciendo el dicho del mexicano, quien presumió su ‘facilidad de palabra’.

Debemos recordar que no sólo la larga perorata de AMLO desesperó a Biden, sino que López Obrador no había asistido a la pasada Cumbre de las Américas por ‘defender’ a sus homólogos de países gobernados con sistemas comunistas, que no fueron invitados.

Además estaba aún en el ambiente la declaración de que Estados Unidos debería demoler -o algo así- la estatua de la libertad de Nueva York, un preciado regalo de Francia al coloso del norte, por defender a Julian Assange.  

Hablar con lenguaje apológico tiene ventajas dialécticas, pero no siempre se interpretan bien, como en la histórica reunión entre Franklin Roosevelt y Charles de Gaulle  en Casablanca durante enero de 1943, para planear la estrategia militar de la II Guerra Mundial. 

La versión comentada por el norteamericano fue que el francés le dijo: 

-‘yo soy Juana de Arco. Yo soy Clemenceau’

Ante esto, Roosevelt le preguntó:

 _¿Quién es usted? Debería aclararlo porque usted no puede ser ambos.

Después De Gaulle expresó su deseo de no volverse a reunir jamás con ese presidente norteamericano.

Entre Biden y AMLO no se llegó a ese grado de diferendo, pero seríamos ingenuos si pensamos que el demócrata Biden ya olvidó la relación tan ‘intensa’ de AMLO con el republicano Trump.