Donald Trump anunció este martes el nombramiento de Rex Tillerson, director gerente de ExxonMobil y empresario de fuertes lazos con Rusia, para conducir el departamento de Estado, en medio de la polémica sobre la interferencia rusa en las recientes elecciones presidenciales.
Tillerson, de 64 años, hizo toda su carrera en el gigante petrolero y es considerado uno de los empresarios con mejores vínculos entre las autoridades rusas desde que administró un consorcio de explotación de crudo en la isla Sajalín, en el este de Rusia.
En 2013, el presidente ruso Vladimir Putin condecoró a Tillerson con la Orden de la Amistad. En años recientes, Tillerson fue también un abierto opositor de las sanciones económicas impuestas por Washington a Moscú.
El nombre de Tillerson pasó a ser considerado el lunes como el del candidato más firme para conducir la diplomacia estadounidense, cargo por el que se enfrentaron verdaderos pesos pesados de la política y los negocios.
En una nota oficial, Trump destacó que con el nombramiento de Tillerson "los estadounidenses vuelven a tener un líder de clase mundial trabajando por ellos".
Al frente de la inmensa máquina diplomática que es el Departamento de Estado, Tillerson tendrá como prioridad la defensa "de los intereses estadounidenses" y ayudar a "revertir años de política exterior equivocada que debilitó la seguridad y la posición de Estados Unidos en el mundo".
Tillerson, aseguró Trump, "sabe como administrar una organización global y como navegar exitosamente la compleja arquitectura de los negocios mundiales y los diversos líderes extranjeros".
- Relaciones problemáticas -
Sin embargo, la proximidad de Tillerson con Rusia podría convertirse en un enorme problema para Trump, ya que el nuevo secretario de Estado aún deberá ser confirmado por el Senado.
El influyente senador conservador John McCain dijo el lunes a la red de televisión CNN que Putin "es un matón y un asesino, no veo como se puede ser amigo de un exagente de la KGB".
Por su parte, el también senador republicano Marco Rubio señaló que "ser un amigo de Vladimir no es una característica que yo espero de un secretario de Estado".
Además el Congreso, de mayoría republicana, se dispone a investigar los ataques cibernéticos y las interferencias rusas en la elección estadounidense, acentuando la presión sobre Moscú pese a que Trump pretende un acercamiento con los rusos.
De acuerdo con el diario Washington Post, la CIA concluyó en un informe secreto que Rusia intervino en los ciberataques durante la campaña electoral para ayudar a la elección de Trump, y no con el objetivo más generalizado de enturbiar el buen desarrollo de los comicios.
Pero el sucesor de Barack Obama, que asumirá sus funciones el 20 de enero, rechazó estas conclusiones, que en una entrevista a Fox News tachó de "ridículas".
"A menos que usted sorprenda en flagrante delito a los hackers, es muy difícil determinar quien estuvo detrás de la piratería", escribió Trump el lunes en su cuenta de Twitter.
En octubre, los servicios de inteligencia estadounidenses acusaron de manera colectiva a Rusia de haber pirateado a los partidos políticos de ese país con el fin de interferir en el proceso electoral.
"Los rusos no son nuestros amigos", advirtió el lunes el jefe de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, durante una conferencia de prensa.
- Primera advertencia china -
Además de la polémica con Rusia, Tillerson tendrá otro tema delicado a tratar desde que asuma su cargo el 20 de enero: las relaciones con China.
Desde principios de este mes, Trump multiplicó sus críticas declaraciones sobre Pekín, que pareció sin embargo haber recibido con benevolencia su elección el 8 de noviembre.
El régimen chino lanzó una primera advertencia el lunes, en nombre de la defensa de su "principio de una sola China" que Trump amenazó el domingo.
"No entiendo por qué debemos estar ligados a la política de una sola China, salvo que lleguemos a un acuerdo para obtener otras cosas, incluso en el comercio", había dicho Trump el domingo.
El presidente electo ya había ignorado el principio de "una sola China" a inicios de diciembre al responder a una llamada telefónica de la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, para disgusto del gobierno chino.
"Hemos tomado nota de esas informaciones y estamos gravemente preocupados", advirtió en rueda de prensa el portavoz del ministerio chino de Relaciones Exteriores Geng Shuang, en alusión a las declaraciones de Trump.