Washington.- La guerra en Siria ha entrado en una nueva fase. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, prometió una respuesta a los ataque químicos de Bashar el-Asad y esta noche buques de guerra estadounidenses anclados en el Mediterráneo han lanzado 59 misiles de crucero Tomahawk a un aeródromo militar en Siria, en lo que supone la primera ofensiva directa de EE.UU. contra el sátrapa desde que se inició la guerra civil hace seis años. Es un auténtico desafío a Rusia e Irán, países aliados del régimen de Asad que podría cambiar el escenario de una guerra que dura ya seis años con un balance de más de medio millón de muertos y varios millones de refugiados.
El presidente de Estados Unidos ha hecho público un comunicado con la solemnidad de un mensaje a la nación en el que confirmaba haber ordenado el ataque "en el campo de aviación en Siria desde donde se lanzó el ataque químico". Trump ha justificado el ataque por "el interés vital de seguridad nacional de los Estados Unidos para prevenir y disuadir el uso de armas químicas mortales".
Trump asegura que "no existe ninguna duda" de que el ataque con armas químicas fue utilizado por el ejército de Bashar el Asad, que ha violado sus obligaciones bajo la Convención sobre las armas químicas, y ha ignorado las instancias del Consejo de Seguridad de la ONU". En su declaración, Trump ha pedido "a todas las naciones civilizadas a unirse a nosotros en el intento de poner fin a la masacre y el derramamiento de sangre en Siria. Y también para acabar con el terrorismo de cualquier clase".
Los misiles fueron lanzados desde dos destructores de la Armada - el USS Ross y el USS Porter - en el Mediterráneo oriental. Golpearon la base aérea llamada Shayrat en la provincia de Homs, que es desde donde el Pentágono cree que partieron los aviones que desencadenaron el ataque químico. Las fuerzas rusas sobre el terreno fueron advertidas con antelación", declaró el capitán. Jeff Davis, portavoz del Pentágono, asegurando que "se tomaron precauciones para minimizar el riesgo para el personal ruso o sirio ubicado en el aeródromo".
El ataque tiene un valor sobre todo simbólico, de declaración de intenciones de la nueva administración Trump respecto al régimen de Bashar el Asad, que cambia radicalmente lo que ha venido defendiendo el ahora presidente de Estados Unidos antes y después de las elecciones. Trump exigía a Obama una actuación más contundente pero sólo contra los yihadistas de Estado Islámico.
El secretario de Estado, Rex Tillerson, declaró esta semana que derrocar a Bashar el Asad no entraba en sus planes prioritarios, pero las imágenes de niños muertos por el ataque químico le desafiaban a reaccionar de manera distinta a la "debilidad" que él atribuyó a Obama. Está por ver si el ataque de esta noche es solo una advertencia propagandística de Trump contra el uso de armas químicas o una declaración de guerra en toda regla contra el régimen de Bashar el Asad, el responsable de centenares de miles de muertos.
Minutos antes de la ofensiva estadounidense, Rusia había advertido a Estados Unidos de las "consecuencias negativas" que tendría una acción militar en Siria en respuesta al ataque químico.
"Hay que pensar en las consecuencias negativas. Toda la responsabilidad, si hay una acción militar, estará sobre los hombros de aquellos que la inicien", dijo a los periodistas el embajador ruso ante la ONU, Vladimir Safronkov.