Abril 9 de 1914: Ocurre en Tampico un incidente que pudo provocar una nueva invasión norteamericana al territorio nacional. Las fuerzas armadas nacionales apresaron a ocho marines norteamericanos por un error. Resulta que el capitán del barco Dolphin –almirante Henry T. Mayo- atracado en el muelle de Tampico, dio permiso para que siete marinos norteamericanos y el encargado de administrar dicha embarcación, bajaran a pasear por el puerto.
El ambiente en Tampico como en casi todo el país era de inquietud, pues el presidente Victoriano Huerta tenía a una gran cantidad de revolucionarios altamente ofendidos por el cruel asesinato del presidente Madero y el vicepresidente Pino Suárez. En tal virtud, Huerta había enviado una circular al cuartel general de Tampico, así como a todos los puertos en donde llegaran embarcaciones extranjeras y especialmente de Estados Unidos, país con el que deseaba estrechar relaciones su gobierno, puesto que la participación de la Embajada Norteamericana en la revuelta para el cuartelazo de la Decena Trágica había sido determinante.
En dicha circular, ordenaba a las fuerzas armadas mexicanas que no permitieran acercarse a nadie cuando estuviera presente alguna embarcación norteamericana, pues tropas rebeldes estaban incursionando constantemente a los puertos. Así, el cuartel general de Tampico, al ver que este grupo de norteamericanos se acercaban "peligrosamente" al Dolphin, los confundieron con revolucionarios, aprehendiéndolos y llevándoselos para ponerlos a disposición de la autoridad competente. Allí, rápidamente se identificaron los marinos y fueron puestos en libertad.
Ipso facto, el representante de Huerta, general Morelos Zaragoza, va personalmente a presentarle disculpas al almirante Mayo, diciéndole que se tomarían medidas de castigo a los aturdidos captores de sus marineros. Sin embargo, este almirante Mayo era soberbio como suelen ser muchos oficiales del vecino país, sobre todo cuando con extranjeros y en forma especial si son mexicanos. Así que este señor amenazó diciendo que esa aprehensión era un acto hostil contra Estados Unidos, y que no podía ser perdonado impunemente.
Le exigió a Morelos Zaragoza que miembros del Estado Mayor mexicano fueran hasta el muelle e izaran la bandera de las barras y estrellas, detonando 21 veces los cañones para recibir sus disculpas, en forma similar a lo que se hace en el ritual con la bandera mexicana. Y en ese mismo momento envía un telegrama al presidente Woodrow Wilson, informándole de la conducta de los mexicanos "en contra de los intereses" de su país. Este Wilson al enterarse de la "gravedad" del incidente, convocó a una reunión política urgente, misma que respaldó al tal Mayo y comenzaron los preparativos para una nueva invasión por Veracruz, pues sabían que el usurpador Huerta no las traía toda consigo entre la población y sí coqueteaba con Alemania para comprarle armas.
En fecha posterior trataremos lo sucedido como colofón de ese incidente, pero la lección es clara: mientras estemos divididos y peleados los mexicanos, con cualquier pretexto las grandes potencias se alistarán para arrebatarnos el territorio que nos queda de la última invasión norteamericana terminada en 1848.