Los indios borinqueños de Puerto Rico, temían a los españoles porque se decía que eran inmortales tal como sus dioses. Se pusieron de acuerdo y secuestraron a un joven soldado apellidado Salcedo, y lo zambulleron en el agua hasta que dejó de respirar.
Acto seguido lo tendieron en la arena y lo estuvieron vigilando por dos días, y cada hora aproximadamente le preguntaban: ¿Puedes levantarte y caminar?. En virtud de que Salcedo no dio señales de vida en los dos días, lo declararon muerto y concluyeron que los españoles eran mortales. Les perdieron el miedo y los enfrentamientos armados se pusieron muy difíciles para los españoles.