La marca japonesa Honda redefinió a la industria de las motos en Estados Unidos. En 1959 un comerciante japonés Kihachiro Kawashima abrió en Los Ángeles una tienda de Honda buscando quedarse con todo el mercado de importación de motos.
Pero las cosas no salieron como debieran, pues Japón le dio a Honda sólo un 25% de la asignación de divisas de exportación que había solicitado. Kawashima sabía que la temporada de venta de motos era de abril a agosto, por lo que dividió su asignación de exportación limitada entre los stocks de máquinas de 305, 250, 125 cc y, la Supercub de 50 centímetros cúbicos. Adquirió un stock grande y concentró sus esfuerzos de venta en las motos grandes, pero desafortunadamente no resultó porque el mercado estaba acostumbrado a las clásicas Harley y habían entrado marcas alemanas que se posicionaron pronto en el mercado. Pero luego le llegó un problema mayor que abolla el prestigio de Honda pues salieron varias motos con defectos de fuga de aceite y problemas de embrague, con lo que se caen casi a cero las ventas.
Los vendedores ni habían intentado siquiera promover la Supercub porque el mercado clásico de motos en Estados Unidos era varonil, pero como ya no tenían en bodega otro modelo competitivo, empezaron a impulsar su venta.
Y se sorprendieron porque las tiendas de deportes reaccionaron adquiriendo varias motos de esas para exhibición, por lo que los números de unidades vendidas fueron extraordinarios. La empresa se había salvado con un producto que no habían apreciado cuando les llegó de Japón.
Inmediatamente vino un reposicionamiento de Honda y ya crecido, al equipo de publicidad se le ocurrió una campaña: “En una Honda se conoce a la gente más encantadora” abriéndose un nuevo mercado, absolutamente diverso al de los varones con chamarra de cuero. Así que, para 1964, ya se vendía en Estados unidos tantas motos Honda como la suma de todas las otras marcas, incluyendo desde luego, las fabricadas en ese poderoso país del norte.