Internacional

Perdonar es lo mejor para alcanzar la paz en Colombia: víctimas

Bogotá - La firma del Acuerdo Final de Paz entre el gobierno de Colombia y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el próximo 26 de septiembre en Cartagena, abre la puerta al duro camino de la paz, el perdón y la reconciliación.

Las ví­ctimas de la cruel guerra son las que promueven en diferentes foros públicos y privados el perdón hacia sus victimarios.

"Lo mejor que podemos hacer es perdonar (...) para buscar un cambio en este paí­s", dijo en un foro en Medellí­n Yolanda Pinto de Gaviria, una mujer que vivió el drama del secuestro de su esposo, quien fue fusilado por las FARC en cautiverio.

Pinto de Gaviria, quien desde que fue secuestrado su esposo, ha señalado que "la vida es la que vale (...) de nada vale un cadáver libre como me lo entregaron a mí­".

El entonces gobernador del departamento de Antioquia, Guillermo Gaviria, fue secuestrado el 21 de abril de 2002 en las montañas del noroccidente del paí­s cuando presidí­a una marcha por la no violencia, junto con su asesor de paz, el ex ministro de Defensa Gilberto Echeverri.

En ví­speras de la firma del Acuerdo Final de Paz, esta mujer ha dejado atrás cualquier sentimiento de odio y rencor contra los guerrilleros que secuestraron y masacraron a su esposo y al ex ministro Echeverri.

Es una de las cientos de ví­ctimas que están haciendo campaña para que los colombianos refrenden los acuerdos con las FARC en el plebiscito del próximo 2 de octubre, para que no se vuelva a vivir el horror de la guerra.

"El debate de la guerra y la paz, el debate del acuerdo con los FARC, se tiene que hacer con nosotras las ví­ctimas, las que hemos recibido toda fuerza de la crueldad de la guerra", sostuvo la señora Yolanda Pinto de Gaviria, en un foro en la ciudad de Medellí­n.

Para ella, las ví­ctimas "somos los que tenemos los argumentos para desear la paz. Es increí­ble que a quienes no les ha tocado la guerra se los encuentre uno promocionado el NO".

"Si a nosotros que nos tocó directamente, que nos afectó directamente, que nos generó un dolor inmenso, el que no vamos a borrar, porque este dolor no lo borramos, ni vamos olvidar, pero si vamos a perdonar", enfatizó.

El debate "sobre la guerra y la paz, si es mejor la paz, o si seguimos matándonos entre nosotros, se tiene que hacer con nosotras las ví­ctimas", dijo.

Otras voces como los familiares de las 35 ví­ctimas de la masacre "La Chinita", en la zona bananera de Urabá, por un comando de las FARC en 1994, cuando estaban una lucha de exterminio contra otro grupo de izquierda, que se desmovilizó durante el gobierno de César Gaviria (1990-1994), también están dispuestas a perdonar.

Las mujeres del Barrio Obrero, en Apartadó, esperan con ansiedad el 30 de septiembre, fecha programada para que los jefes de las FARC, pidan perdón en el mismo sitio de la masacre.

Las 35 ví­ctimas apoyaban a Aní­bal Palacio, dirigente del Ejército Popular de Liberación (EPL), un grupo que firmó un acuerdo de paz en el gobierno de Gaviria.

EL 22 de enero de 1994 en el Barrio Obrero se hizo una marcha de apoyo a la candidatura de Palacio al Congreso por el movimiento Esperanza, Paz y Libertad (EPL), que fue el cambio de sigla del desmovilizado grupo insurgente.

La noche del 22 de enero, la concentración polí­tica se convirtió en una fiesta o verbena popular que se extendió hasta la madrugada del 23 de enero, cuando irrumpieron los guerrilleros de las FARC con fusiles automáticos, quienes tení­a el propósito de asesinar al candidato Palacio y a sus seguidores.

Recordó que "después del acto polí­tico me fui para el hotel, y en la noche varios compañeros de la campaña me invitaron para que fuera a participar de la verbena".

"Me alistaba para salir, cuando mi esposa, se opuso y me dijo con rabia: Anibal allá no debes ir a esta hora, pones en peligro tu vida", recordó el dirigente polí­tico a Notimex.

La posición fuerte de su esposa Sor Margarita, una comunicadora social, que siempre se le anticipa a los peligros a Aní­bal Palacio, le salvo la vida al dirigente que para esa época las FARC lo habí­a declarado objetivo militar.

Las familias de los 33 adultos y dos niños que murieron están dispuestas a perdonar a las FARC, pero exigen que los jefes rebeldes confiesen: "¿por qué ordenaron la masacre, quienes fueron los responsables directos, con nombres y apellidos".

Las mujeres familiares de las ví­ctimas de "La Chinita", la primera masacre de civiles de las guerrillas de las FAR, buscan la verdad acerca de la masacre y de los responsables directos, como una forma de reparación, lo que "nos darí­a tranquilidad emocional y sanarí­a un poco".